A mitad de mandato, es que el presidente dice tener casi listo el plan para abastecer de medicamentos a la población, en un país donde la falta de analgésicos provoca que sea el lugar 43 (de 80 evaluados) donde se muere por dolor, de la manera mas horrible.
El más reciente Índice de Calidad de Muerte elaborado por The Economist (financiado por la Fundación Lien) indica que la escasez de analgésicos opioides ubica a México en esa posición, en cuanto a las condiciones de fallecimiento relacionados al dolor físico.
Según el propio gobierno, entre lo que más falta en estos momentos están el ácido acetilsalicílico, omeprazol, insulina, atorvastatina, amoxicilina, diclofenaco y ciprofloxacino, por lo cual el Insabi busca conseguirlos de manera desesperada.
Los datos de la industria farmacéutica son de escalofríos: al gobierno le faltan por adquirir 962 millones de piezas de fármacos, que representan el 55 por ciento de las medicinas necesarias en el país, para atender padecimientos agudos y degenerativos.
O sea, en México falta uno de cada dos medicamentos, aunque el presidente prometió que eso se empezará a resolver esta semana, pues ya derrotó a la que conforman 10 empresas intermediarias, que antes de él tenían contratos por 100 mil millones de pesos.
Así que estamos en el umbral maravilloso de que las medicinas sobren, como antes.
Sólo falta que no resulte en un fracaso estruendoso, como el primero de diciembre pasado, cuando los mexicanos no empezaron a gozar de servicios de salud como los de Dinamarca, Canadá y Reino Unido, tal cual había prometido el presidente.
Al contrario, los servicios de salud han decrecido a niveles alarmantes, pues no sólo es que falte uno de cada dos medicamentos, es que el gobierno redujo 82 por ciento los fondos para la atención de la depresión, ansiedad y esquizofrenia.
Y una veintena de hospitales a nivel federal y 15 centros de salud estatales registran entre un 70 y un 90 por ciento de desabasto de medicamentos de quimioterapia para niños con cáncer. Faltan 39 claves de medicamentos para tratarlos.
La escasez de medicamentos para niños con cáncer provocó la muerte de mil 600 de ellos, y les empeora la calidad de vida a más de 19 mil de los que son atendidos en hospitales públicos, según datos de las organizaciones de padres de familia.
Porque la verdad es que, aun con todo lo que prometa el presidente, la salud pública es hoy en México un drama como no se había visto en las últimas décadas: es un desastre similar al de la inseguridad, que cobra una vida cada 15 minutos.
O sea: en salud no somos como Dinamarca; y en seguridad somos como Siria.
Un descalabro.