Un grupo autodenominado “Red de Comunicadores del Pueblo” impulsado por Morena -que literalmente reconoce que “no son periodistas”- y que pretende conformar una estructura autoritaria que difunde la doctrina de “su líder”, como en Cuba y Venezuela, lanzaron su manifiesto donde afirman “buscar difundir información veraz, objetiva y oportuna sobre los temas del acontecer nacional”.
En sus “11 principios de propaganda” el principal promotor del régimen Nazi a finales de los 30,s y principios de los 40,s, Joseph Goebbels, incluía su “principio de verosimilitud”, enfocado a “construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.”
Así, toda información debería estar sustentada por el mayor número de fuentes posible, algo que resultaba muy viable en la Alemania que este Ministro nazi de Propaganda proyectó (puesto que había prohibido cualquier medio que no comulgara con las ideas de su partido).
En el mismo principio se contemplaba también la posibilidad de “camuflar” mentiras dentro de una noticia objetivamente cierta, haciendo que estas fueran más fácilmente digeribles para el público objetivo. La selección interesada de qué detalles reseñar y cuáles omitir/ocultar (lo que se conoce como “fragmentación”), es esencial para esta ley de la manipulación.
En este orden de ideas es que el partido en el poder creó la llamada “Red de Comunicadores del Pueblo”, cuya primera tarea es “documentar el presunto sabotaje realizado por las autoridades del Instituto Electoral (INE) contra la consulta popular que se realizará el próximo domingo 10 de abril”.
Los antecedentes más próximos a esta denominada Red se encuentran en Venezuela con “la Plataforma de Periodistas y Comunicadores de Venezuela (PPC)”, creada por la administración de Nicolás Maduro para intentar hacer contrapeso a los medios tradicionales y sobre todo crear entre la población la percepción de que el “imperialismo” de los Estados Unidos busca destruir la “Revolución Bolivariana”.
En sus manifiestos, el PPC expresa se repulsión a los “gobiernos de derecha que siguen el guión preparado desde el Departamento de Estado de EE.UU. “Busca derrocar nuestra Revolución Bolivariana bajo el falaz argumento de ‘rescatar la democracia en manos de un dictador’ y prestar ‘ayuda humanitaria’, con lo cual buscan allanar el camino para una intervención militar”. Discurso muy similar al que se pronuncia todas las mañanas desde Palacio Nacional,
Bajo el régimen cubano de Fidel Castro se creo en 1991 la Asociación Cubana Publicitaria y Propagandística, como una estrategia de crear medios de comunicación a lo largo y ancho de la isla para promover las acciones de su aclamado líder, frente a los embates de los Estados Unidos y su embargo económico.
Así, ahora en México se copian estos estereotipos mediante integrantes de la red de presuntos comunicadores que han emprendido ya “la batalla contra la desinformación y el ataque sistemático” al que está sujeto el presidente Andrés Manuel López Obrador, así como el proyecto, de la autodenominada Cuarta Transformación.
Mediante un video y un comunicado lanzado en sus redes sociales, los integrantes refirieron que son “un grupo amplio, plural y diverso de ciudadanos de pie, representantes populares y otros portavoces y conocedores del oficio y del trabajo en los medios de comunicación y las redes sociales”.
Llama poderosamente la atención que afirmaron no ser periodistas en un sentido corporativo, pues nadie les paga y “el único amo” al que sirven es al pueblo. Reiteraron que su tarea es difundir lo que piensan los ciudadanos comunes, así como “aclarar lo que no comunican o mal informan los periodistas al servicio de la mafia corrupta que quiere regresar al poder”
La semana pasada los legisladores morenistas anunciaron que contaban con cerca de 500 comunicadores en todo el país, cuya primera encomienda era, precisamente, evidencia el supuesto sabotaje realizado por las autoridades del Instituto Electoral (INE) contra la consulta popular que se realizará el próximo domingo 10 de abril.
El respecto, el Profesor-Investigador del Programa de Política de Drogas del CIDE en su sede Región Centro, Édgar Guerra, publicó en sus redes sociales un artículo donde afirma que la creación de una “Red de Comunicadores del Pueblo” abona a la atmósfera de persecución y condena contra la prensa en México.
“Busca trazar una línea entre los verdaderos comunicadores, que están con el pueblo, de los falsos periodistas, que se han vendido a las mafias del poder. En ese sentido, la 4T se vuelve a equivocar. No solo ha renunciado a su obligación de brindar protección física a los periodistas y de asegurar el ejercicio del oficio, sino que mantiene su obcecación de minar garantías institucionales y jurídicas que garanticen, en última instancia, la libertad de expresión”.
Destacó que lo que verdaderamente está detrás de la “Red de Comunicadores del Pueblo” es un proyecto político de propaganda. “Como si las conferencias mañaneras y la comunicación política desde el púlpito presidencial no fueran suficiente, ahora se busca construir una estructura vertical, desde la cúspide del poder, hasta la base social, para reproducir el discurso presidencial. Ese es el verdadero objetivo”
Y agregó: “Ahora bien, aquí es necesario ser muy claro. Si la estructura de Morena cree necesario invertir tiempo y recursos en construir una estructura de propaganda —tiempo y recursos que podrían emplear en legislar— la ciudadanía tendrá que llamarlos a cuentas en las próximas elecciones”.
Finalmente, el investigador hace referencia a dos temas de fondo, que desde su perspectiva son más que preocupantes:
“Por un lado, desde el inicio de la 4T, se respira en el país un ánimo hostil y generalizado contra la prensa. Continuamente desde el púlpito presidencial se hace escarnio público de comunicadores, se estigmatiza a consorcios periodísticos y se denigra al oficio. No importa si se trata de un periodista que cubre la fuente, o de un emporio editorial”.
Y por el otro, “en las redes sociales, el improperio y la amenaza velada contra comunicadores sustituyen al argumento y a la crítica razonada. No se trata de una discusión —ya no digamos conversación pública— sino de eliminar, al menos simbólicamente, al otro.