En tu manto de terciopelo
me pregunto si aún habito,
si de nuestros andares aún
queda el dejo de lo que nunca fuimos.
Porque entre tus nubes
aún veo los poemas que
nunca llegaste a escribir,
pero repetías sin cesar.
En el vestido que abandonaste
entre las sábanas,
el planetario olor a nardo
permanece a forma de tortura china.
Supernova, lee mis versos,
perdona los mares que
puse de por medio,
pues siento que ahora te extravías
en el velo del olvido.