Mucho ha llovido desde que se desató la polémica por el caso de la activista Yndira Sandoval Sánchez. Aun con la información fragmentada que hemos recibido, vale la pena recapitular la historia por las reflexiones que deja para el feminismo, cimbrado por una historia que inéditamente enfrentó a una mujer con otra mujer.
Según el relato publicado por la reportera Sanjuana Martínez el domingo 22 de octubre en el diario La Jornada, la defensora de derechos humanos Yndira Sandoval declaró haber sido detenida, torturada y violada por una mujer policía de Tlapa de Comonfort, Guerrero, luego de que participara en una conferencia en la universidad estatal sobre la violencia contra las mujeres y tras haber solicitado atención médica en una clínica local debido a un pequeño accidente.
Su denuncia cobró gran revuelo. En redes sociales de inmediato entraron hashtags # de apoyo. #YndiraSomosTodas, marcos para fotos de perfil en muestra de solidaridad, y de forma inmediata se buscó evidenciar los datos de la supuesta agresora. Si, supuesta, ya que mientras se siga el debido proceso se debe recordar que la acusada no es culpable, aun cuando la denuncie una defensora de los derechos humanos que, como tal, debería haber promovido garantizar que no se criminalizara y evidenciara a la otra parte.
Yndira proclamó “me violó el Estado”, una consigna ruidosa pero eficaz para la construcción de su relato maniqueo. Y es que, días después, aparecieron elementos que no concordaban con su guión original. Primero, unos videos donde se veía notablemente alcoholizada a Yndira en el momento de la detención, con una actitud altanera y prepotente. Segundo, la versión del médico que la atendió, que discrepa diametralmente de la ofrecida por Yndira, quien habría respondido agresivamente cuando se le requirió el pago de honorarios.
Y, finalmente, surgió el testimonio de Claudia Juárez, la policía identificada por Yndira Sandoval como su violadora. Una mujer de extracción humilde, sin contactos con los medios ni con redes de activistas, que debió recurrir a su cuenta de Facebook para contar su lado de la historia.
La acusada escribió que sólo trató de proteger a Yndira Sandoval porque se encontraba en estado de ebriedad, se había quitado la ropa interior y se negaba a pagar por el servicio en la clínica. Aseguró que está dispuesta a encarar la verdad y pidió a la Comisión de Derechos Humanos que la defienda.
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