A pesar del tamaño del problema que para la CDMX representan las marchas, protestas y manifestaciones, la jefa de gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum sigue sin conformar un protocolo para abordar estos eventos, lo que ya ha provocado al menos tres crisis de gobernabilidad, seguridad y movilidad en la ciudad. Apenas hace unos días anunció que trabajarán en uno.
De acuerdo a una solicitud de transparencia realizada por etcétera, el problema es mayúsculo, ya que del 18 de diciembre del 2018 al 19 de septiembre del 2019–lapso que abarca la solicitud–se registraron en la capital 5 mil 64 protestas, catalogadas en tres rubros: marchas, concentraciones y protestas individuales.
Según la información entregada a nuestra solicitudes número 0109000367019, 3679, 3680 Y 3682, en los diez meses citados la CDMX ha registrado 392 marchas (un promedio de 39 al mes), 4 mil 577 concentraciones (es decir, un promedio de 457 al mes) y 95 protestas individuales (nueve al mes, en promedio).
No obstante de que desde el inicio de sus administración el problema era patente, pues tan solo en diciembre, el primero de su gobierno, hubo 22 marchas y 361 concentraciones, Sheinbaum dejó estar el problema.
Mayo ha sido el peor mes en este sentido, ya que registró 68 marchas y 517 concentraciones. Sin embargo, no debe tomarse en cuenta sólo la cantidad de incidentes, sino su repercusión política y social.
En este sentido, hay tres hitos: agosto, mes en que se registraron dos intensas protestas feministas, las cuales fueron pésimamente abordadas por la autoridad; principios de octubre, con la marcha del día 2, que fue manejada mediante un “cinturón de paz” conformado por funcionarios del gobierno sin la preparación adecuada para enfrentar actos de protestas; y finales de octubre, con las diversas marchas y bloqueos realizados por taxistas que se oponen a que trabajen en la ciudad choferes de Uber, Didi y Cabify.
El mes de octubre no está contemplado en la información a que hacemos referencia.
Temerosa, en todo momento, de emplear de manera apropiada la fuerza pública, Sheinbaum ha permitido desmanes, actos vandálicos y afectaciones a la movilidad de automóviles, peatones y transporte público.
Es claro que para la morenista, los conceptos de “uso de la fuerza pública” y “represión” están poco claros. La fuerza pública, es decir, las diferentes policías, tienen (en teoría) la preparación adecuada para contener los actos violentos y evitar que afecten a los ciudadanos, sin por ello violentar los derechos humanos de nadie.
Es por eso que ha permitido excesos, al tiempo que, contradictoriamente, ha descalificado las protestas, específicamente las feministas.