No tengo duda cuando digo que el feminismo es el movimiento social e ideológico más importante del presente, el que apela a problemas que nos implican a todos, profundamente democratizador. Con esta idea en la cabeza, el grupo Mexicolectivo elaboró un diagnóstico conciso y preciso y una línea de propuestas que pueden ayudar a la reconstrucción tan pronto López Obrador deje el poder. A continuación, expongo algunas de esas iniciativas que realizaría un gobierno feminista genuino.
Empecemos con los datos. La mala situación del mercado laboral mexicano es grave, también, por la brecha de género, por el hecho de que las mujeres devengan un salario menor por la misma actividad. Las mediciones del INEGI en 2022 exhiben consistentemente que la brecha salarial de género en México es de 21 por ciento, esto es, los hombres de entre 18 y 65 años de edad, obtuvieron un ingreso promedio al mes de alrededor de 8 mil 600 pesos, mientras que el promedio para las mujeres fue de 6 mil 800. La situación se verifica también en las escalas salariales más altas: la proporción de mujeres con ingresos mensuales superiores a los quince mil pesos es de 6.3 por ciento, mientras que la proporción para los hombres es de 9.8 por ciento.
El trabajo no remunerado, en México, además, es realizado por mujeres. Ellas dedican más del doble de tiempo que los hombres: éstos promedian 15.2 horas a la semana, mientras que las mujeres dedican 39.7 horas. Pero que no se pague ese trabajo, no lo hace menos valioso; por el contrario, ese desempeño —al que se le denomina “trabajo doméstico y de cuidados”— es el que permite el sostenimiento de la vida, la reproducción de la fuerza de trabajo y al cabo, de la sociedad toda. En México, el aporte económico del trabajo no remunerado equivale a un 27.6 por ciento del PIB, más de una cuarta parte del valor total de los bienes y servicios producidos en el país.
En lo fundamental, ese trabajo lo hacen mujeres que además de cuidar a los suyos, cuidan en otros hogares, ya sea como su único trabajo (cuidadoras, niñeras) o como trabajadoras del hogar remuneradas. De todas las mujeres que realizan esa labor crucial, ellas son quienes más necesitan de una oferta pública de servicios de cuidados y, correlativamente, a quienes más afecta su ausencia.
Así pues, el desarrollo humano al que debiera aspirar nuestro país debe tener como protagonistas a las mujeres, a través de al menos dos medidas fundamentales:
1.- Edificación de la infraestructura social para los cuidados. Los cuidados exigen la construcción de un sistema bien planeado, descentralizado por necesidad, puesto que las realidades demográficas por municipio son muy diferentes. El objetivo es convertir a los cuidados en servicios y bienes públicos apoyados por cooperativas sociales y empresas privadas. La descentralización es necesaria dado qué en ciertas regiones, la población de más edad es mayoritaria y en otras, la infancia es la población que reclama la mayor atención (casas de estar, por un lado, estancias infantiles por el otro). Se trata de posibilitar que las mujeres puedan incorporarse al mercado de trabajo sin las ataduras que representan las obligaciones de los cuidados y, por tanto, el Estado asuma esas tareas con personal calificado y debidamente capacitado para ejecutar tan delicada labor.
2.- Seguridad plena para las trabajadoras del hogar. Ese gran sector merece un programa especial para que todas ellas puedan cotizar al IMSS en un esquema compartido con quienes las emplean. Se trata de formalizarlas y de paso, dar seguridad social a ellas, que producen más de la cuarta parte del PIB nacional. Un programa masivo en el cual la Agencia de Trabajo del gobierno las capacite (lectura y escritura, primeros auxilios, cocina, cuidados, etcétera), las coloque en un padrón institucional y estatal que las proteja y funcione como garantía frente a sus patrones. Lograr una política así, entre un sector mayoritariamente femenino, sería una de las políticas igualadoras más importantes de todo el siglo XXI.
El gran principio que envuelve esta discusión es el cierre de la brecha salarial, es decir, pago igual por trabajo de igual valor.
La discusión en torno a los precandidatos, las alianzas o estrategias es muy importante, pero eso no puede desplazar la otra gran discusión de nuestro presente: la reconciliación, la cohesión social y la reconstrucción nacional. Creo