La fuerte batalla para sacar el etiquetado frontal con cinco octágonos negros sobre los alimentos y bebidas procesadas, era el principio. La estrategia de la 4T es más amplia. La punta de lanza es Oaxaca. El Congreso de Oaxaca prohibió que se venda, se regale o se suministre, cualquier alimentos o bebida procesada a un niño.
Eso de regalar un chocolatito o un dulce a los niños se acabó. Está prohibido. En Oaxaca podrás comer todos los tamales que quieras, llenarte de tlayudas (buenísimas), sopes o cualquier fritanga, tomar bebidas azucaradas, siempre y cuando no sean procesadas. ¿Es una medida integral a favor de la buena alimentación o contra de las empresas?
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SIN AGUA POTABLE, EJERCICIO, SUSTITUTOS
Es romántico pensar que las empresas son generadoras de todo mal público de obesidad, sin ver que todo el ambiente de la alimentación del mexicano, también es engordador. O que la población carece de lugares para hacer ejercicio. Que no tiene agua potable. Que no tiene sustitutos de alimentos procesados. La FAO y la Unicef también deberían insistir en este tema.
Es más fácil echar la culpa de todo a las empresas. Y claro que tienen su enorme responsabilidad, pero falta una política de alimentación integral.
El Congreso oaxaqueño, a petición de Magaly López Domínguez, modificó el artículo 20 Bis a la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. El subsecretario de Prevención de Salud, Hugo López-Gatell (quien lleva la estrategia contra el coronavirus sin poder domar la curva de contagios), saludó la nueva ley, tras haber llamado a los refrescos “veneno embotellado”.
Morena podría buscar en el Congreso federal buscar prohibir alimentos y bebidas procesadas en todo el país. Y todavía falta el añadido: más impuestos. Insistimos, se buscan culpables, pero no diseñar una política de alimentación integral.
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TOLEDO, EL GLIFOSATO LO ENFRENTÓ A TODOS
Para Víctor Toledo, la 4T está llena de contradicciones. En una grabación que ya tiene más de dos meses, el titular de Semarnat echó la culpa, sobre todo a Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia, y a Víctor Villabobos, secretario de Agricultura, de tener intereses ajenos al gobierno. El tema es el glifosato, un fertilizante que para Toledo hace daño al medio ambiente. Curioso, Toledo ha dicho que es necesario explotar petróleo en México, como transición, pero se pone duro en glifosato.
Ha acusado a todos los exsecretarios de estar ligados a negocios verdes, desde Julia Carabias, Víctor Lichtinger, Juan Elvira y José Luis Luege.
Para el titular de la Semarnat todos están mal menos él, y vaya que ha dejado en los huesos presupuestales a instituciones que ya no pueden trabajar bien, como la Comisión Nacional de Areas Naturales Protegidas o la Comisión Nacional Forestal. Toledo no ha debatido una política sustentable del gobierno. Más bien se ha quejado. Se siente incomprendido por otros grupos ambientalistas, por el gabinete, por los exfuncionarios, y hasta por el Presidente.
Este artículo fue publicado en Excélsior el 6 de agosto de 2020, agradecemos a José Yuste su autorización para publicarlo en nuestra página.