Después del Censo de Población y Vivienda, el instrumento que permite conocer con mayor profundidad las condiciones de la vida social y económica mexicana más importante es la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). Esta semana apareció con un cúmulo de novedades que ya han desfilado en la opinión pública, pero que, de todos modos, merecen ser constatadas por una plataforma como Etcétera. Veamos.
1.- La inmensidad del trabajo estadístico y su confiabilidad es lo primero que debe subrayarse. Fueron visitados 105 mil 525 hogares en todo el territorio, cuestionarios detallados y llenos de controles para asegurar la veracidad de los números. De esa suerte tenemos ya la película de casi una década de vida económica y social en México, mediante una serie plenamente comparable de cuatro encuestas nacionales cada dos años (2016, 2018, 2020 y 2022).
2.- Se ha dicho poco, pero es muy notable el cambio en la composición de los hogares mexicanos, hoy están habitados por 3.4 personas en promedio, mientras en el 2010 se integraban por 4 miembros típicamente. Esto tiene un correlato directo en los ingresos de los hogares, pues, por cada 3 personas, 2 traen ingreso a la casa. Sostengo que una de las explicaciones centrales de porque, a pesar de las crisis, del estancamiento económico, la pandemia, la maníaca austeridad, a pesar de todo eso, digo, esa composición demográfica es uno de los pilares estructurales que está sosteniendo la economía del ciudadano de a pie. Recuerden, hoy en México dos ingresos sostienen un hogar típico de tres. Y esto nunca nos había sucedido en la historia.
3.- Dicho de otro modo, el bono demográfico sigue actuando entre nosotros y tejiendo lo que quizás es la principal red de protección para el sostenimiento de los hogares mexicanos. Señala la ENIGH que el 0.34 de los integrantes por hogar son mayores de 65 años, y que 0.81 son menores de 15, es decir, han dejado o todavía no están en edad de trabajar. En cambio, los perceptores de ingresos todos los días son 2.25 promedio por hogar.
4.- La verdad del tamaño de una catedral. Los mexicanos vivimos y nos sostenemos del trabajo. El 65.7 por ciento de los ingresos que llegan a los hogares provienen de su labor cotidiana, mientras que sólo el 17.2 por ciento depende y se sostiene de transferencias. Un punto importante es que, en el rubro de transferencias, el INEGI contabiliza también las “transferencias internacionales”, es decir, las remesas. Si entendemos que las remesas también son fruto del trabajo directo, entonces hay que agregar un porcentaje adicional a ese 65 por ciento, como resultado casi las tres cuartas partes de los hogares dependen del trabajo. Este hecho debería ser siempre subrayado para ubicar en su justa dimensión el papel de la política social, los programas sociales y para revaluar adecuadamente el peso y el papel determinante de la política salarial.
5.- Ahora veamos la economía real de los hogares mexicanos en 2022. El ingreso trimestral promedio rondaba 41 mil 860 pesos, esto quiere decir que el ingreso al mes de una casa típica es de 13 mil 953 pesos, de eso estamos hablando, de ese nivel de necesidad y de ese umbral tan cercano a la pobreza. Veámoslo así: esos 13 mil 953 pesos al mes representan dos salarios mínimos, más mil 500 pesos, en otras palabras, apenas y colman las necesidades de los hogares, pues la canasta básica ampliada para tres personas es de 12 mil 828 pesos, una vez más quedan mil 125 pesos para algo más que lo estrictamente necesario (en el medio urbano) ¿medicinas, vacaciones, esparcimiento? Una tercera forma de ver el nivel crítico de los ingresos en México es compararlo frente a los gastos reales que cada mes despliegan los hogares, el gasto promedio mensual por hogar fue de 13 mil 322 pesos, o sea, al final de la quincena quedan 631 pesos por hogar (si alguien se pregunta porque el ahorro en México es tan escaso no tiene más que hacer estas simples cuentas).
Hay que decir dos cosas, lo ocurrido en los años 2020, 2021 y 2022 fue una calamidad histórica de la que quizás ya nos hemos levantado a pesar de que no tuvimos ningún programa de protección de empleo. En cambio, sí hubo un crecimiento del 100 por ciento de las transferencias gubernamentales y sobre todo una decisión de mantener en ascenso al salario mínimo. Como hemos visto, dado que las tres cuartas partes de los ingresos provienen de los sueldos, este ha sido el colchón decisivo para contener un empobrecimiento masivo. Y, en segundo lugar, estamos hablando de una recuperación que aparece muy alta frente al abismo de 2020, momento en el que cayeron a la pobreza 3.8 millones de compatriotas. Sin embargo, si abrimos un poco más el foco de nuestra mirada, veremos que el ingreso real está al mismo nivel ¡que hace siete años! En otras palabras, hemos invertido, hemos sufrido y hemos batallado mucho para volver a 2016.