Paparruchas, filfas y noticias fabricadas

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Para aborrecer no; para reconciliar he nacido yo.
SÓFOCLES, Antígona.

La “verdad” es un concepto social, una idea. Un trabajo libre y colectivo. Un hecho histórico que evoluciona y cambia con el paso del tiempo. Paso a paso se mejora y perfecciona, se supera y deviene más verdad. Porque la verdad no existe como condición previa de una relación social creativa con la realidad, sino que es un resultado dialéctico de dicha relación.

Nuestra actual definición de verdad como “acuerdo razonado” es un concepto muy reciente, un producto de la ciencia, la filosofía, las artes y la política de hace no más de cuatro siglos en Occidente. Un concepto muy complejo y delicado; pues implica el juego de la libertad y la razón, del discurso y el estudio, del debate y la argumentación lógica, de la responsabilidad ética y la autoconciencia. Es un término fundamental para la construcción de la soberanía y la independencia del sujeto y el grupo. Saber aceptar, validar y ordenar dualidades contradictorias.

Apenas estamos saliendo de la era de las falsas verdades y las medias mentiras de los reyes y los sacerdotes. Apenas comenzamos a romper con la oscura verdad a medias de la religión y el mito, la falsa verdad o dogma que debe imponerse por la fuerza bruta. Porque la información engañosa y la mentira mal intencionada no son un invento de la política y la sociocultura del momento presente, son algo que ha dominado la mente humana por milenios. Los humanos venimos de lo sin razón y sin discurso, poco a poco hacemos razonable y razonante la existencia; y todavía hoy la razón y el discurso son más que nada utopía, buenos deseos.

Por eso tenemos que proceder con gran cuidado para detectar, contrarrestar y superar las “Fake News” que serán seguramente inevitables dentro del proceso de las elecciones de 2018. Lo todavía irracional del ser humano, la servidumbre voluntaria a la ignorancia interesada, la alienación de la conciencia soberana.

La “verdad” actual ha dejado de estar fundada en documentos para lo más inmediato de la comunicación social; ahora lo inmediato son acciones o actuaciones dinámicas de “software” o “información virtual”. Establecer lo cierto y lo falso implica un trabajo de interpretación responsable, mientras más colectivo sea, mejor será. En ello quiere trabajar este medio que tiene por especialidad el análisis de los medios, el monitoreo de la verdad en los medios de la opinión pública.

Estas verdades distorsionadas no son producto de las redes sociales de Internet, vienen existiendo desde lo profundo de la historia; tampoco son algo nuevo dentro de la actividad política. Todo esto es antiguo y muy complicado. Pero ahora lo podemos detectar y comprender mejor que nunca. Su monitoreo y desconstrucción puede ser muy útil para medir la calidad real de la democracia mexicana. La política antidemócrata se ha valido de tales engaños con la creencia nada ética de que el fin justifica los medios.

En buen castellano, la palabra “paparruchas” es una buena traducción para las “Fake News” del idioma inglés. Una paparrucha, según el Diccionario de la RAE, es la “noticia falsa y desatinada de un suceso, esparcida entre el vulgo”. También una paparrucha es una “tontería”, una “estupidez” o “cosa insustancial”. La palabra en sí refiere al puré de papas aguado. Otra forma de nombrar las noticias falsas en español, según el Diccionario, es con la palabra “filfa”, cuya raíz refiere a los “andrajos” o “harapos” y que también significa”cosa falsa”, “mentira” y “engaño”.

Los casos que nos interesa analizar y criticar son las de las “noticias fabricadas” desde los medios con la intención de causar daño dentro del proceso electoral, cualquier tipo de daño; en tanto que ello constituye un acto anti-demócrata y contrario a la ética del periodismo como discurso de la verdad. Un delito político que se agrava en forma exponencial cuando se ejerce desde los medios institucionales; de allí la importancia de detectar, señalar y denunciar las falsificaciones y el pirateo, lo mismo que las empresas de “bot” o “spam” implicadas en ello.

La verdad es un acuerdo y todo acuerdo es una responsabilidad (personal y colectiva), la búsqueda de los consensos voluntarios. Porque la verdad no se impone a la fuerza ni con coacción alguna, la verdad es lo que se acepta y valida por todas las instancias del debate. Tal es el acuerdo esencial de Etcétera con su público, analizar los medios (tradicionales, electrónicos y en línea) de la opinión pública, para tratar de plantear y argumentar zonas de acuerdo y comunicación demócrata efectiva. Hacer política real desde la opinión pública al iluminar la verdad o falsedad de los discursos en juego para el proceso electoral del año próximo, saber reconocer y aceptar la presencia de los otros como diferentes, para que de verdad se pacte el bien común en lo diverso e incluyente de una sociedad abierta.

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