En el momento de escribir estas líneas, Sudáfrica es el quinto país a nivel mundial y el primero, en el continente africano, más golpeado por la pandemia del SARSCoV2, agente causal del COVID-19. Es también el país con más casos de VIH-SIDA en el mundo, enfermedad que aqueja a casi el 8 por ciento de su población. COVID-19 y VIH-SIDA parecen una combinación explosiva, dado que, como es sabido, esta última enfermedad compromete al sistema inmunológico lo que lo vulnera a las personas de cara a un padecimiento tan contagioso como el nuevo coronavirus. Aun así, Sudáfrica ha presentado, al menos por ahora, una de las tasas de letalidad por el COVID-19 más bajas del mundo.
Sudáfrica tiene una población de 59 322 350 habitantes. Con un producto interno bruto (PIB) de 833 996 billones de dólares, es la 32aª economía a nivel mundial y posee un ingreso per cápita de 13 956 dólares -medidos ambos en términos del poder adquisitivo. Es la segunda economía más importante en el continente africano, detrás de Nigeria. Sudáfrica ocupa la 113ª posición en los índices de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con un desarrollo alto. Figura en el 60° lugar -en un listado de 141 países- en el índice de competitividad global del Foro Económico Mundial correspondiente a 2020.[1] En el índice de libertad económica de la Fundación Heritage, Sudáfrica se encuentra en la 106ª posición.[2] En el índice de percepción de corrupción de Transparency International, Sudáfrica se ubicó en el 70° lugar entre 198 países en 2019.[3] En el índice de paz global de 2020, la nación subsahariana está en el 123° lugar en un listado de 163 países.[4]
Sudáfrica es un país al que la lucha por la equidad y contra la discriminación lo puso en el mapa mundial de la mano de figuras como Nelson Mandela, nacido en 1918. Este icónico personaje en su juventud estudió derecho, habiendo renunciado a presidir una tribu xhosa. Se graduó en 1942, seis años antes de que llegara al poder en Sudáfrica el Partido Nacional, el cual institucionalizó el apartheid. A partir de 1948, se produjeron diversas normas que convertían en delitos los vínculos interraciales en Sudáfrica. Así, por ejemplo, a pesar de que los blancos afrikáners representaban en ese entonces apenas el 21 por ciento de la población –frente al 68 por ciento de africanos negros- se instituyó en ese mismo año una norma que segregaba a cada persona en función de su raza o etnia. En 1949 se establecieron penas a quienes tuvieran relaciones sexuales con personas de otra raza y también quedaron prohibidos los matrimonios interraciales. En 1950 una nueva disposición autorizaba la existencia de lugares en que sólo podían habitar los blancos. Tres años después, la segregación se extendió a las playas, el transporte público, las escuelas, los hospitales y los espacios públicos. Sobra decir que la población de raza negra no tenía derecho ni a votar ni ser votada; que no podía ejercer actividades profesionales en circunscripciones específicamente designadas para los blancos; que el acceso a edificios públicos tenía accesos para blancos y negros por separado, etcétera. Esta política tuvo severas consecuencias al dejar en desventaja a la población negra –mayoría- frente a la población blanca –minoría- en todos los ámbitos de la vida económica, política y social en Sudáfrica.
Pese a estas condiciones y al riesgo que implicaba desafiar las disposiciones gubernamentales, Nelson Mandela se involucró activamente en acciones de resistencia civil contra el régimen opresor. Varias veces pisó la cárcel a causa de su activismo, si bien era puesto en libertad por falta de pruebas. En 1960, tras la tristemente célebre matanza de Sharpeville, en la que las autoridades atacaron a civiles que protestaban contra las normas racistas –y donde murieron 69 personas-, los líderes de la resistencia, entre quienes figuraba Mandela, decidieron abandonar las tácticas no violentas, por considerar que era improbable que el gobierno accediera a negociar en esas condiciones. Fue por ello que optaron por sabotear instalaciones gubernamentales, atacando intereses económicos y estratégicos, para forzar una negociación. A fin de lograr este objetivo, en 1962 Mandela viajó por diversos países africanos, explicando la agenda del movimiento y recaudando fondos. A su regreso a Sudáfrica, el famoso líder fue arrestado, siendo recluido por 27 años, en condiciones muy penosas. Su encarcelamiento lo convirtió en el símbolo de la lucha contra el apartheid, situación que fue mermando la credibilidad del gobierno sudafricano en todo el mundo.
Como es sabido, cuando la guerra fría estaba por terminar, en 1990 Mandela fue liberado por el gobierno blanco, y en 1994 tuvieron lugar las elecciones multirraciales –la última vez en que votaron solamente los blancos fue en los comicios de 1992. A partir de ese momento, el nuevo gobierno, presidido por Mandela, dispuso una serie de medidas que apuntaron a la reconciliación nacional, promoviendo iniciativas que se inscriben en la llamada “discriminación positiva”, ello en aras de reducir la brecha económica, educativa y política que existía y que pervive al día de hoy, entre africanos negros, blancos y otras minorías.
Situación demográfica y epidemiológica
Sudáfrica tiene una población de 59 322 350 habitantes en un territorio de 1 221 037 kilómetros cuadrados, por lo que la densidad demográfica es de 42. 4 habitantes por kilómetro cuadrado. Como se puede observar en el gráfico 1, la pirámide demográfica en el país es ancha en la base, sobre todo en los segmentos de edades que van de 0 a 4, de 5 a 9, de 25 a 29 y 30 a 34 años, por lo que se puede afirmar que la población, en términos generales, es joven. El 51 por ciento de los habitantes son mujeres quienes, como se ilustra en el gráfico 2, viven, en promedio, casi siete años más que los hombres. Alrededor de un 9 por ciento de la población tiene 60 o más años.[5]
La esperanza de vida ha crecido, pero con altibajos. En 1960 era de 48. 4 años y para 2018 se había incrementado a 63. 85. Sin embargo, entre 1990 y 2015 se produjo un desplome que fue particularmente pronunciado en 2005, cuando la esperanza de vida cayó a 53. 44 años, siendo de 55. 92 para mujeres y de 51. 1 para hombres. La razón de ello ha sido la prevalencia e incidencia del VIH-SIDA.
Sudáfrica es un país que alberga a diversas etnias/razas pero donde predominan los africanos negros como lo registran las estadísticas oficiales del país. Ellos constituyen el 80. 7 por ciento de la población total con 47 443 259 personas. En la categoría color/raza mixta se reporta a otros grupos étnicos que corresponden a 5 176 750 personas. Los indios/asiáticos que habitan en Sudáfrica son 1 503 007 y los blancos son 4 652 006 personas. Con estos datos se corrobora que la población blanca es minoría, aunque en proporción cercana a color/raza mixta.[6]
El predominio de africanos negros y de color/raza mixta determina que la lengua más hablada en el país sea el zulú, por un 22. 7 por ciento de la población, seguido del xhosa con un 16 por ciento y el afrikáans con un 13. 5 por ciento. El inglés es la cuarta lengua en el país, con un 9. 6 por ciento, pero es el idioma de los negocios y está bastante difundido en Sudáfrica.
El país ha logrado reducir significativamente la mortalidad infantil por cada 1 000 nacidos vivos, como se puede observar en el gráfico 5. Así, mientras que en 1975 la mortalidad infantil era de 127. 4 defunciones, en 2018 se ubicaba en 33. 8 infantes. La tasa de fertilidad también ha experimentado una reducción, como se ilustra en el gráfico 6. Hacia 2018, la tasa era de 2. 4 hijos por mujer, en tanto en 1960 era de 6 hijos por mujer.
Sudáfrica es un país que alberga a migrantes de naciones vecinas. Existen unos tres millones de indocumentados procedentes de Zimbabue residiendo en Sudáfrica y a menudo se ha reportado violencia contra ellos. Pero los ataques xenófobos se ejercen también contra nigerianos, somalíes, etíopes y zambianos. Ello ha generado fuertes tensiones entre el gobierno que encabeza Ciryl Ramaphosa y los países africanos cuyos connacionales son victimados por hordas de sudafricanos que los atacan, golpean y asesinan. Los focos rojos son Pretoria, Johannesburgo y Ciudad del Cabo, como se observa en el mapa del gráfico 7. No deja de ser paradójico que el país que ganó el apoyo de buena parte de las naciones africanas y el mundo en su lucha contra el apartheid sea ahora protagonista de acciones xenófobas tan dramáticas.[7]
A 26 años de las primeras elecciones multirraciales y de las acciones emprendidas por las autoridades y la sociedad en aras de la reconciliación nacional, sigue habiendo una enorme brecha educativa y de distribución del ingreso entre la población blanca y los africanos negros y demás etnias que habitan en el país. La pobreza entonces tiene color y se acentúa justamente en africanos negros, que hacia 2015 contabilizaban al 64. 2 por ciento de todos los pobres del país. En contraste, sólo el 1 por ciento de los blancos era pobre. El grupo de color/raza mixta ha visto crecer la pobreza entre 2011 y 2015 cuando pasó de 37. 1 por ciento a 41. 3 por ciento de la población. El único grupo étnico que ha logrado reducir la pobreza entre 2006 y 2015 es el de los indios/asiáticos, puesto que, de representar el 20. 9 por ciento de los pobres del país, pasó al 5. 9 por ciento. La pobreza es un factor que coadyuva a la violencia y se acentúa contra los inmigrantes indocumentados, quienes arribaron a Sudáfrica escapando de la violencia imperante en sus lugares de origen y en busca de oportunidades. También la delincuencia organizada encuentra terreno fértil para prosperar en las condiciones descritas. Ciudad del Cabo figura en la lista de las 10 ciudades más peligrosas del mundo dado que en 2019 registró 3 065 homicidios, lo que ubica a la urbe con una tasa de 68. 28 por cada 100 mil habitantes.[8]
Un tema no menos importante es el de la equidad de género. A pesar de representar a la mayoría de la población y de tener una esperanza de vida significativamente mayor que la de los hombres, las mujeres sudafricanas se encuentran subrepresentadas en la vida económica del país y en los puestos de trabajo de alto nivel.
El gráfico 9 hace una comparación sobre la situación imperante en 1995, a un año de las primeras elecciones multirraciales en el país y 2018. Si bien en algunos rubros se observan avances, como la agricultura especializada -por ejemplo, la producción de vid y otros cultivos, toda vez que el país es uno de los 10 mayores productores de caldos en el mundo, teniendo una cepa emblemática, la pinotage- y a nivel gerencial y ventas y servicios, también hay retrocesos en rubros como el de profesionales, dependientas y trabajadoras domésticas, siendo estas dos últimas más pronunciadas de como eran en 1995. Hay también esferas sin cambios, como la de artesanía y trabajos manuales.
Ahora bien, en lo tocante al perfil epidemiológico, Sudáfrica se caracteriza por un predominio de las enfermedades infecciosas como principales causas de las defunciones que se producen en el país. Evidentemente los registros deben mejorar, toda vez que el 12. 5 por ciento de los decesos o bien 57 159 muertes contabilizadas en 2018 son por causas desconocidas o sin definición. A continuación, figuran defunciones por daño accidental trátese del ahogamiento, la inhalación de humo y/o el envenenamiento, que representaron el 7. 5 por ciento o 34 096 muertes. La tuberculosis cobró las vidas de 29 513 sudafricanos, equivalentes al 6. 5 por ciento de todas las defunciones. La diabetes mellitus es un problema de salud púbica que fue responsable de 25 255 defunciones o bien 5. 5 por ciento. Las enfermedades del corazón y las cerebrovasculares terminaron con las vidas de 23 515 y 23 137 personas, o bien el 5. 2 y el 5. 1 por ciento, respectivamente. El VIH-SIDA, grave problema de salud pública, llevó a la muerte a 21 830 personas o bien, el 4. 8 por ciento de todas las defunciones -esto de manera directa, dado que también tiene correlación con otros fallecimientos. El cuadro lo completan las enfermedades de vías respiratorias -influenza y neumonía- y otros padecimientos virales, algunos para los que existen vacunas aunque, visiblemente, al menos en Sudáfrica, no están al alcance de una parte de la población.
EL VIH-SIDA en Sudáfrica
Sudáfrica es el país más golpeado a nivel mundial por el VIH-SIDA. Se calcula que actualmente 7. 52 millones de personas viven con la enfermedad en el país, cifra que ha crecido considerablemente a comparación de 2002 cuando aquejaba a 4. 2 millones.[9] Esto significa que casi el 8 por ciento de la población encara la enfermedad, lo que plantea un enorme desafío al sistema de salud sudafricano en lo que se refiere al aprovisionamiento de antirretrovirales. Esta enfermedad es de tal magnitud, que, al menos en Sudáfrica es una genuina amenaza a la seguridad nacional y es responsable del estancamiento en el crecimiento de la esperanza de vida a nivel nacional.[10]
La prevalencia del VIH-SIDA en adultos de 15-49 años es del 20. 4 por ciento -es decir, que una quinta parte de las personas en ese rango de edad, padecen la enfermedad. En 2018 se reportaron 240 mil nuevos contagios. 71 mil sudafricanos perdieron la vida por padecimientos relacionados con el VIH-SIDA de cara el colapso de su sistema inmunológico. Según Naciones Unidas, el 62 por ciento de los adultos y el 63 por ciento de los niños sudafricanos reciben tratamiento con antirretrovirales.[11]
Si bien las autoridades han emprendido esfuerzos para enfrentar el problema, a veces ocurren situaciones lamentables. En Sudáfrica la poligamia está permitida y este es un factor cultural que puede ayudar a explicar la alta incidencia del VIH-SIDA especialmente en las mujeres. Ciertamente la educación, y en particular, la salud reproductiva juegan un papel muy importante. Un caso muy conocido es el del ex Presidente Jacob Zuma -que gobernó de 2009 a 2018-, quien contrajo nupcias con seis mujeres, tuvo una veintena de hijos, fue acusado de haber violado a la hija de un amigo y afirmaba que, a efecto de no contagiarse por el VIH-SIDA, cada que tenía relaciones sexuales se daba una ducha.[12] Ello le valió la condena de la comunidad internacional e incluso varios países amenazaron con suspender el apoyo al gobierno de Pretoria, si las autoridades no actuaban con responsabilidad ante la letal enfermedad.
Las mujeres son quienes más se ven aquejadas por este padecimiento. Hacia 2017 se estimaba que el 26 por ciento de las féminas vivía con VIH-SIDA en tanto la proporción para los hombres era del 15 por ciento. En 2018, 140 mil mujeres y 86 mil hombres se confirmó que adquirieron la enfermedad. Las mujeres jóvenes son especialmente vulnerables a contraer la enfermedad. Con menores oportunidades educativas y menos información específicamente sobre educación sexual, es relativamente fácil que se contagien. En el mismo año, 33 mil niñas/mujeres entre 10 y 19 años se tornaron cero-positivas mientras que en el caso de los niños/hombres de la misma edad, los contagios fueron 4 200. Un problema adicional son las relaciones sexuales intergeneracionales entre hombres de edad avanzada que portan la enfermedad y mujeres jóvenes. Un sector adicionalmente vulnerable son las trabajadoras sexuales o sexo-servidoras, donde hay una prevalencia de la enfermedad del 57. 7 por ciento, llegando incluso al 71. 8 por ciento en Johannesburgo.[13]
Con todo, se ha trabajado para que padecer la enfermedad no sea tabú ni estigmatizado. Según el organismo no gubernamental Médicos sin fronteras, se ha logrado que en el país, 90 por ciento de quienes sin cero-positivos reconozcan su estado, 94 por ciento sigan el tratamiento, y el 95 por ciento puedan tener una vida saludable.[14]
El sistema de salud en Sudáfrica
La Constitución de Sudáfrica establece en su artículo 2 -a través del Acta 108 de 1996- que cada persona tiene el derecho de acceso a servicios de salud, incluyendo la salud reproductiva. La sección 27 de la citada Constitución señala que el Estado debe desarrollar las medidas legislativas y otras acciones, a partir de los recursos disponibles, para lograr ambos objetivos.[15]
Hacia 1960, el 46. 90 por ciento de la población era urbana. En 2018 el 66. 85 por ciento de los sudafricanos residía en las grandes ciudades. Para efectos del sistema de salud, hay una distinción clara entre los servicios médicos disponibles en las ciudades, que son de mejor calidad y los que existen en zonas rurales, donde tienen múltiples carencias.
El sistema de salud en Sudáfrica se financia con recursos públicos en su mayoría y en 2017 representaba el 8. 11 por ciento del PIB del país. El gasto en salud per cápita es de 499. 23 dólares estadunidenses (datos de 2017) que muestra un incremento notable respecto al año 2000 cuando era de 221. 78 dólares estadunidenses.
La mayoría de los hospitales en el país son públicos, aunque, como suele ocurrir en los países en desarrollo, se encuentran sobre demandados, carecen del personal adecuado y hay tiempos de espera largos. Si bien hay hospitales públicos en buenas condiciones, en otros hay escasez de medicamentos y equipo obsoleto. Generalmente, los mejores hospitales públicos se encuentran vinculados a universidades. La atención primaria es gratuita. Empero, si se requiere atención especializada se cobra lo que se conoce como uniform patient fee Schedule (UPFS) que implica una erogación dependiendo del tratamiento requerido y del nivel socioeconómico del paciente. El sistema sanitario es regulado por el Ministerio de Salud.[16]
El 20 por ciento de la población utiliza los servicios de salud privados. En general, los servicios que proveen son de buena calidad, aunque sumamente costosos. Es importante destacar que el gasto de bolsillo en salud se ha reducido de manera sostenida desde el año 2000 cuando representaba el 15 por ciento del presupuesto en salud total. Hacia 2017 era de 7. 76 por ciento.
Si bien la disponibilidad de médicos por cada 1 000 habitantes se ha duplicado entre 1965 y 2017, aun no llega a uno. En lo que se refiere al número de enfermeras por cada 1 000 habitantes, se observa una disminución en la proporción de dado que mientras que en 1998 era de 3. 97, hacia 2017 era de 1. 3.
Sudáfrica cuenta con 10 galardonados con el Premio Nobel, de los que dos son en literatura, cuatro son en paz, tres en fisiología y medicina y uno en química. Al respecto de los galardonados en ciencias duras, Max Theiler, virólogo de ascendencia suiza, recibió el premio en 1951 por sus aportaciones para desarrollar una vacuna contra la fiebre amarilla.[17] Allan M. Cormack, sudafricano de origen, recibió el galardón en 1979 tras desarrollar la tomografía axial computarizada.[18] Aaron Klug recibió el Premio Nobel de química en 1982 por sus aportaciones al estudio de los complejos proteínicos de los ácidos nucleicos.[19] Finalmente, Sydney Brenner fue galardonado en 2002 en fisiología y medicina por sus contribuciones al estudio del desarrollo celular.[20]
Una de las efemérides más conocidas a propósito de los hitos de la medicina en Sudáfrica es el primer trasplante de corazón que llevó a cabo Christian Barnard en 1967. El primer trasplante exitoso consistió en extraer el corazón de un joven que había muerto en un accidente de tráfico y que le fue colocado a Louis Washansky de 54 años, quien lamentablemente falleció 18 días después de la operación a causa de una neumonía. Sin embargo, el logro de Barnard llevó a que cirujanos de todo el mundo buscaran emular la hazaña del médico sudafricano, lo que supuso enormes avances para la cardiología. El hospital en que se realizó la cirugía fue el Groote Schuur de Ciudad del Cabo.[21]
Sudáfrica y el coronavirus
El 5 de marzo de 2020 se confirmó el primer caso de una persona contagiada por el COVID-19 en el país. Correspondió a sudafricano que volvió al país junto con su esposa y otras ocho personas, de Milán, Italia. Desde entonces a la fecha (4 de agosto), 516 862 personas han sido confirmadas como casos positivos y se han producido 8 539 defunciones. La tasa de letalidad, con todo, es baja, de apenas 1. 65 por ciento. Por número de casos confirmados, Sudáfrica se encuentra en el quinto lugar mundial, sólo detrás de Estados Unidos, Brasil, India y Rusia y por arriba de México -que, como es sabido, está en la sexta posición. Sudáfrica también es el país africano más golpeado por la enfermedad, con la mitad de todos los casos confirmados del continente.
La enfermedad ha progresado especialmente en las grandes ciudades, esto es, en Ciudad del Cabo y en Johannesburgo. Las acciones emprendidas por las autoridades han pasado por varias etapas. De entrada, desde el 23 de marzo y en los dos meses siguientes, el gobierno de Cyril Ramaphosa dispuso duras condiciones de confinamiento para retardar lo más posible la propagación de la enfermedad. El confinamiento fue tanto o más estricto que en diversos países europeos, pero era inevitable que la enfermedad arribara, propagándose rápidamente en Ciudad del Cabo que se convirtió en el epicentro del COVID-19. Sin embargo, la economía resintió el confinamiento y el 1 de junio Ramaphosa dispuso el fin de la cuarentena. De manera similar a lo que sucedió en México con el fin de la jornada de sana distancia, la vuelta a la “nueva normalidad” disparó los contagios, como se puede apreciar en el gráfico 16 y Johannesburgo también se transformó en uno de los focos rojos.
Preocupa la vulnerabilidad de casi 8 millones de sudafricanos al COVID-19 debido a que son cero-positivos y su sistema inmunológico se encuentra comprometido. Preocupa también, como lo externó la Organización Mundial de la salud (OMS) que las medidas de confinamiento y retardo en los transportes marítimo y aéreo hayan retrasado la disponibilidad y el flujo de antirretrovirales en 73 países, entre ellos Sudáfrica, los cuales son esenciales para garantizar que las personas puedan tener calidad de vida a pesar de enfrentar el VIH-SIDA.[22]
Asimismo, la aparentemente baja tasa de letalidad mostrada en el país, para muchos tiene que ver más con las dificultades para contabilizar las defunciones, las cuales, se estima, pueden ser más altas que las reportadas hasta ahora.[23] A su favor, Sudáfrica tiene que es la nación que más pruebas realiza en el continente y ello puede contribuir a contar con información valiosa para la prevención y la mitigación. Las autoridades también señalan que hay evidencia de que Ciudad del Cabo ya pasó del pico de contagios y la enfermedad va en descenso. Aun así, es muy pronto para cantar victoria, considerando que si bien el país tiene experiencia en la emergencia sanitaria provocada por el VIH-SIDA, su sistema de salud opera en condiciones precarias, además de que la economía se encontraba en mal momento, incluso antes de la pandemia.
La experiencia sudafricana arroja lecciones para México al evidenciar las dificultades para acatar el confinamiento cuando millones de personas se procuran el sustento en el día al día y sobre todo en el sector informal: si no trabajan hoy, no pueden solventar ni su subsistencia ni la de sus familias. El SARSCoV2 no sólo ha cobrado las vidas de cientos de miles de personas en todo el mundo: ha generado millones de pobres. Será importante, por lo tanto, analizar la evolución de la pandemia en Sudáfrica y las acciones que emprenda el gobierno de Cyril Ramphosa primero para superar la emergencia sanitaria y, posteriormente, para reactivar la vida económica, social, cultural y espiritual de los sudafricanos..
[1] Klaus Schwab (2020), World Competitiveness Report 2020, Geneva, World Economic Forum, p. xiii, disponible en http://www3.weforum.org/docs/WEF_TheGlobalCompetitivenessReport2019.pdf
[2] The Heritage Foundation (2020), 2020 Index of Economic Freedom, Washington D. C. The Heritage Foundation, disponible en https://www.heritage.org/index/country/southafrica
[3] Transparency International (2019), Corruption perception Index 2017, Berlin, Transparency International, disponible en https://www.transparency.org/en/cpi/2019/results/sweden
[4] Institute for Economics and Peace (2020), Global Peace Index 2020. Measuring Peace in a Complex World, Sydney, Institute for Economics and Peace, disponible en http://visionofhumanity.org/indexes/global-peace-index/
[5] [5] Statistics South Africa (29 July 2019), Statistical Release. Mid-year population estimates, Pretoria, Stats SA, p. 9, disponible en http://www.statssa.gov.za/publications/P0302/P03022019.pdf
[6] Statistics South Africa, Ibid, p. 8
[7] El Confidencial (20/09/2019), “Cómo la violencia contra inmigrantes en Sudáfrica explica la xenofobia en el mundo”, disponible en https://www.elconfidencial.com/mundo/2019-09-20/violencia-inmigrantes-sudafrica-xenofobia-mundo_2234299/
[8] Cabe destacar que la lista la encabezan cinco ciudades mexicanas, a saber: Tijuana, con 2 367 homicidios, Ciudad Juárez, con 1 522; seguidos de Irapuato, Uruapan y Ciudad Obregón. El Tiempo (4 de julio de 2020), “Las ciudades más peligrosas del mundo en la actualidad”, disponible en https://www.eltiempo.com/mundo/mas-regiones/las-ciudades-mas-peligrosas-del-mundo-en-2020-511212
[9] Jenni Evans (23 July 2018), “South Africa is young and female -Stats SA”, en News 24, disponible en https://www.news24.com/news24/southafrica/news/south-africa-is-young-and-female-stats-sa-report-20180723
[10] Agostinio Zacarias (2000), Security and the State in Southern Africa, Washington D. C., International Library of African Studies.
[11] Avert (2019), “HIV and AIDS in South Africa”, disponible en https://www.avert.org/professionals/hiv-around-world/sub-saharan-africa/south-africa
[12] Enfrentó un juicio por violación y la mujer afirmó haberle explicado que vivía con VIH-SIDA. Aun así, presumiblemente, Zuma abusó de ella y en el juicio respectivo habló de las “duchas” como método “profiláctico” para no contagiarse de la enfermedad. Álvaro González (14 de enero de 2018), “Jacob Zuma, el adiós del Presidente polígamo que decía ducharse después del sexo para prevenir el SIDA”, en Vanity Fair, disponible en https://www.revistavanityfair.es/poder/articulos/jacob-zuma-presidente-sudafrica/28339
[13] Avert, Ibid.
[14] Médicos sin fronteras (27/06/2019), ¡Reto conseguido! En Sudáfrica, el VIH/SIDA ya no es un tabú, disponible en https://www.msf.es/actualidad/sudafrica/reto-conseguido-sudafrica-vihsida-ya-no-tabu
[15] Health Systems Trust (2019), South African Health Review 2019, Durban, Health Systems Trust, p. 88, disponible en https://www.hst.org.za/publications/South%20African%20Health%20Reviews/SAHR_2019_14012020_Updated%20web.pdf
[16] Viajar Seguro (s/f), “Sudáfrica. Información sanitaria”, disponible en http://fundacionio.org/viajar/paises/africa/sudafrica%20condiciones.html
[17] Falleció en 1972 pero vivió parte de su vida en Estados Unidos.
[18] Falleció en 1998 pero vivió parte de su vida en Estados Unidos.
[19] Nació en Lituania y se mudó a Sudáfrica donde pasó parte de su infancia y realizó sus estudios superiores, para luego mudarse al Reino Unido donde falleció en 2018.
[20] Falleció en 2019 en Singapur.
[21] EFE (3 de diciembre 2017), “Sudáfrica conmemora el 50 aniversario del primer trasplante de corazón del mundo”, disponible en https://www.efe.com/efe/espana/sociedad/sudafrica-conmemora-el-50-aniversario-del-primer-trasplante-de-corazon-mundo/10004-3456856
[22] 20 Minutos (06.07.2020), “La OMS alerta que 73 países corren riesgo de quedarse sin fármacos contra el VIH”, disponible en https://www.20minutos.es/noticia/4315848/0/la-oms-alerta-de-que-73-paises-corren-riesgo-de-quedarse-sin-farmacos-contra-el-vih/?autoref=true
[23] Nerea González (2 de agosto de 2020), “Sudáfrica supera los 500 mil contagios de COVID-19; África se aproxima al millón de positivos”, en Sin Embargo, disponible en https://www.sinembargo.mx/02-08-2020/3834468