A raíz de la decisión de prohibir a los partidos políticos la compra de spots en radio y televisión durante las campañas electorales, tomada por el Congreso de la Unión, se ha comentado mucho acerca del poder que la industria de los medios electrónicos logró establecer sobre la “clase política” al grado, incluso, de subordinarla. Sin embargo, poco se ha dicho sobre cómo, cuándo y por qué esa industria y su órgano de representación gremial, la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (CIRT), se constituyeron en protagonistas de los procesos electorales en México.
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Foto: Paola Hidalgo/Cuartoscuro |
Cuando el dinero proveniente de las campañas comenzó a fluir hacia la radio y la TV comerciales ya la CIRT tenía un importante papel en las elecciones. ¿Cómo fue que esta cámara industrial empezó a tener tal participación? El momento y la causa se localizan en 1994, durante la administración de Carlos Salinas de Gortari, cuando sobre los comicios realizados ese año pesaba “la sombra de 1988” las enormes dudas sobre una de las elecciones más discutibles del siglo XX y el régimen salinista decidió buscar un actor social que pudiera ayudarle a que los comicios que habrían de realizarse el 21 de agosto de 1994 tuvieran una imagen de legitimidad. Por ello, solicitó a la televisión comercial, a través del entonces secretario de Gobernación, Jorge Carpizo, que tratara de ser “abierta y plural” en el tramo final de las campañas, y habría encargado a una entidad de la sociedad civil, la CIRT, dos actividades de gran importancia acerca de las cuales no quería el gobierno aparecer como promotor: la organización de los debates entre candidatos a puestos de elección popular, en especial los aspirantes a la Presidencia de la República, y la realización de encuestas, tanto en las semanas previas a los comicios como el día de la jornada electoral.
Reunión Carpizo-Azcárraga
Todavía sin dinero de por medio y aún en vida de Emilio Azcárraga Milmo, Televisa inició su camino hacia el “pluripartidismo”. El 6 julio de 1994, unas semanas antes de las elecciones de ese año, el secretario de Gobernación, Jorge Carpizo, y Azcárraga sostuvieron en Bucareli “una reunión de 31 minutos” según consignaron, reloj en mano, los reporteros de la fuente en la que el funcionario habría pedido al dueño de Televisa “equidad, pluralidad y equilibrio en el manejo de la información” durante las últimas semanas de campañas electorales. Evidentemente, el régimen de Carlos Salinas de Gortari deseaba borrar la imagen de manipulación informativa que se había generado en las elecciones de 1988 y recurría a la ayuda de la principal cadena televisiva, cuya respuesta fue inmediata: al día siguiente de la entrevista Carpizo-Azcárraga, Alejandro Burillo, en ese momento vicepresidente ejecutivo del consorcio, remitió cartas a los nueve candidatos a la Presidencia para anunciarles que Televisa produciría tres programas especiales de 15 minutos cada uno, dedicados a los partidos políticos, los cuales se repetirían cuatro veces, del 18 de julio al 13 de agosto, en diferentes canales y horarios, a fin de cubrir “todas las audiencias”; asimismo, la empresa televisiva transmitió los cierres de campaña de los principales candidatos a la Presidencia celebrados en el Zócalo de la ciudad de México una semana antes de las elecciones. A esta apertura política de Televisa que contrastaba con su actitud de apoyo absoluto al PRI en anteriores campañas electorales se sumaron TV Azteca, con algunos programas de entrevistas a los candidatos presidenciales, y Multivisión, también con entrevistas a los candidatos y la transmisión de los cierres de campaña.
Encuestadora extraoficial
El 21 de agosto de 1994, a diferencia de lo ocurrido en 1988, cuando el PRI se apresuró a declarar el triunfo “legal, contundente e inobjetable” de su candidato presidencial, ningún partido se declaró ganador de los comicios. Tampoco Televisa, sobre la cual pesaba también la “sombra del 88”, se pronunció al respecto. Los encargados de dar los primeros resultados extraoficiales, resultantes de “conteos rápidos”, fueron TV Azteca y la CIRT. En el caso del organismo empresarial llamó la atención que desde abril de 1994 y hasta julio de ese año, mandó a realizar encuestas nacionales sobre preferencias electorales encargadas a las empresas Bimsa, Mitofsky International e Indermec-Louis Harris, la primera mexicana y estadounidenses las otras dos. El día de la jornada electoral, por encargo de la CIRT y a un costo de dos millones de dólares, según informó la cámara industrial, esas empresas efectuaron un “conteo rápido” el cual daba como ganador al candidato del PRI. Previamente, la CIRT había recomendado a sus agremiados que no dieran a conocer antes de las diez de la noche del 21 de agosto ningún “conteo rápido” o “encuesta de salida” que hubieran realizado; únicamente podrían hacerlo hasta que la propia CIRT anunciara los resultados de su conteo. Sin embargo, TV Azteca decidió no acatar la petición de su representante industrial y se le adelantó: en punto de las diez de la noche dio a conocer el “conteo rápido” efectuado por la propia televisora. La CIRT presentó el suyo 15 minutos después. Los medios electrónicos no el Instituto Federal Electoral, al que hubiera correspondido hacerlo se hicieron cargo de informar a los mexicanos quién había ganado la elección. La actitud de la CIRT llamaba la atención, además del protagonismo que asumía, por el hecho de que pretendía centralizar la información e impedir que a través de los medios electrónicos fluyera libremente la que sus agremiados, por sí mismos o por encargo a otras empresas, pudieran haber obtenido. La noche del 21 de agosto de 1994, los medios electrónicos privados fueron dueños de la información electoral.
En elecciones posteriores, la CIRT dejó de tener el privilegio prácticamente exclusivo para financiar y difundir encuestas y “conteos rápidos”, pero los medios electrónicos, en especial las televisoras, conservaron, por sus propias características de inmediatez y cobertura masiva, una gran influencia en la atención de la opinión pública el día de las elecciones, al grado de que Televisa y Azteca entablaron, a partir de 1997, una competencia política y comercial por ser las primeras en difundir los resultados preliminares y extraoficiales.