Pese a lo que ocurre en Guerrero, el presidente Andrés Manuel López Obrador se dijo contento y sin preocupaciones, y anunció que “la farmacia más grande del mundo” se encontrará en Huehuetoca, Estado de México, de donde se surtirá de medicamentos a pacientes de todo el país en 24 horas, según él.
Este viernes, durante su visita al Estado de México, la que no suspendió ni siquiera por la situación de emergencia que se vive en Guerrero por las graves consecuencias del paso del huracán Otis, con una gran sonrisa López Obrador se presentó en Atizapán de Zaragoza a inaugurar una planta potabilizadora de la Comisión Nacional del Agua, acompañado por Delfina Gómez y Martí Batres, gobernadora del Estado de México y jefe de Gobierno de la Ciudad de México, entre otros funcionarios.
Durante su intervención, el presidente de México poco o nada mencionó de Guerrero, e hizo una apología de su propio gobierno, desde la relación con Donald Trump hasta la sucesión presidencial, pasando por su supuesto combate a la corrupción y a la pobreza.
“Estoy contento porque, a pesar de los pesares (de la pandemia, por ejemplo, y de otras calamidades que hemos enfrentado), hemos logrado, en menos de cinco años, reducir la pobreza en nuestro país”, dijo, exultante, el tabasqueño.
López Obrador, que en cinco años no ha estado ni cerca de resolver el problema del desabasto de medicamentos ni muchos menos implantar en el país el sistema de salud de Dinamarca, continuó sus promesas en esa materia: habló del IMSS-Bienestar, del que dijo que ha costado echarlo a andar porque “había una gran corrupción”. Por supuesto, ninguna referencia al Instituto de Salud para el Bienestar, su programa ya eliminado por su notorio fracaso.
Además, se comprometió a que en marzo “se tengan médicos en los centros de salud, en los hospitales, médicos generales, especialistas, que haya medicamentos suficientes”.
Entonces anunció la realización de su proyecto para, presuntamente, acabar con el desabasto de medicamentos, aunque se ahorró decir una fecha: “Vamos a tener en Huehuetoca la farmacia más grande del mundo, donde se van a tener todos los medicamentos que se requieren, porque si en Oaxaca o en Chihuahua o en Yucatán hay un enfermo que requiere un medicamento y no lo tienen, en 24 horas desde aquí les va a llegar el medicamento”.
Y, contra todo lo que ha ocurrido durante todo su gobierno pese a sus numerosas declaraciones, agregó: “No va a faltar un solo medicamento, y todo va a ser gratuito: atención médica y medicamentos gratuitos porque la educación y la salud no son un privilegio: son un derecho de nuestro pueblo”.
El 2 de agosto pasado López Obrador anunció la creación de ese centro como una ocurrencia del día anterior: “Ayer estaba yo pensando que ya para darle una salida definitiva al desabasto, voy a proponer que se tenga una especie de farmacia en la Ciudad de México con todas, todas, todas las medicinas del mundo, en cantidades razonables, para que cuando falte en un hospital, cualquier persona pueda conseguirla ahí”.
Semanas después, en otra conferencia de prensa, López Obrador había asegurado que la farmacia con todos los medicamentos del mundo estaría en la Ciudad de México y que empezaría a funcionar en diciembre próximo. Ahora resulta que ya no, sino en Huehuetoca, aunque sin fecha. ¿La razón del cambio? ¿Ubicación estratégica, quizá? El tabasqueño no dio ninguna.
Volvamos a hoy en Atizapán: mientras los saqueos y las urgencias de los habitantes de la zona desastrada en Guerrero se multiplicaban casi sin intervención del Estado mexicano, López Obrador siguió sumido en la autosatisfacción.
Para concluir su intervención, dijo López Obrador para que a todos nos quede claro: “Estoy contento, no tengo ninguna preocupación”, y habló de su sucesión presidencial.
