A diferencia de lo ocurrido con el asesinato de los cinco jóvenes en Lagos de Moreno, Jalisco, el presidente Andrés Manuel López Obrador no necesitó que se le preguntara para informar y deplorar el asesinato de seis de los siete jóvenes secuestrados en Zacatecas el fin de semana.
Ya desde la víspera había informado sobre el hecho, sin que nadie le preguntara.
Ello, luego de la condena nacional que levantó en agosto, en que ni siquiera mencionó el caso de Lagos de Moreno en una mañanera, la prensa le preguntó a gritos al final de la conferencia su opinión y él dijo no oír y hasta hizo un chiste.
Ayer miércoles dedicó menos de un minuto a hablar del asunto. Dijo que se tenía conocimiento del hecho, que se estaba trabajando en la investigación y que él había recibido ese dato a las 6 de la mañana.
Este jueves, a horas del descubrimiento de los cuerpos de seis de los siete jóvenes secuestrados y uno de ellos con vida, AMLO dijo que era algo muy “lamentable”.
“Es lamentable lo que sucedió en Zacatecas de los jóvenes. Estamos haciendo la investigación de los jóvenes, hay uno que afortunadamente está vivo, herido, y está declarando para conocer el porqué de estos crímenes. No adelanto y esperar a tener más información”.
El presidente nunca se ha caracterizado por sus enérgicas condenas hacia los actos de violencia cometidos por el crimen organizado. Cuando reprueba actos así suele limitarse a decir que son cosas lamentables, tristes o deplorables.
A lo que sí le dedica todo el tiempo necesario es a quejarse de la supuesta corrupción de los ministros de la Suprema Corte que frena acciones de su gobierno o a cómo supuestamente Felipe Calderón le robó la presidencia.
Es decir, cuando son otros los que sufren, AMLO apenas los menciona, pero si tiene que ver consigo mismo dedica mucho tiempo.
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