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Confieso que me pegó tarde la tristeza. En la vorágine de estar trabajando durante la elección estadounidense, tardé en dejarme impactar por la noticia. Ya saben, la regla esa de que uno tiene que tomar distancia, informar con la mayor frialdad posible.


 


 


Una elección cerrada, una noche que no parecía terminar nunca, hora y media de sueño para despertar a seguirle, ¿se estará moderando de verdad Trump?, ¿quién será su gabinete?, las protestas contra él, qué piensa hacer México. Demasiadas cosas en la mesa fueron como un blindaje.


 


 


Pero el blindaje no resistió más.


 


 


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