Iba a titular esta columna “La maquinaria de Morena” porque el abusivo comportamiento parlamentario de ese partido parece fruto de una incipiente maquinaria.
No me refiero al hecho de que Morena ejerza las mayorías que les han dado los votantes. Celebro eso: que no tengan inhibiciones en ejercer sus mayorías donde las tengan.
Me parece maquinado, en cambio, que, después de la elección, en un espacio de negociación política distinto de los votos recibidos, Morena se aparezca de pronto con mayorías o poderes que no les han dado los votantes.
Es el caso de la mayoría absoluta de Morena en la Cámara de Diputados, para la cual recibió algo así como 43 por ciento de los votos y se ha construido, mediante negociaciones intrapardidarias, una mayoría de algo así como 61 por ciento de las curules.
Más preocupante, es el comportamiento de mayorías parlamentarias de Morena que se agrupan políticamente contra las normas vigentes, contra la legalidad.
Por ejemplo, en el Congreso de Baja California, donde la mayoría parlamentaria de Morena sostiene el proyecto de ampliar a cinco años la elección del gobernador de su partido, que ganó una elección para solo dos años.
El comportamiento de la mayoría morenista en el Congreso de Quintana Roo ha empezado a ser también burdamente ilegal. Eligieron primero una Mesa Directiva del Congreso con base en una ley derogada. Pidieron una disculpa por eso, dieron un paso atrás y volvieron con la ley vigente para nombrar a la Mesa Directiva, pero violando la ley.
La ley vigente prohíbe que presidan la Mesa Directiva dirigentes de la bancada de los partidos que hay en el Congreso. Morena nombró para la Mesa Directiva al jefe de la bancada del “Partido Verde”.
El asunto puro y duro que hay detrás es que la Mesa Directiva nombra a los encargados de las comisiones de la Cámara, que son los escalafones parlamentarios de reparto del poder y el dinero.
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