Ayer a las 8:40 de la noche en Twitter, Joaquín López-Dóriga difundió: “se registra temblor en la #CDMX” y dos minutos después: “Corrigen el reporte. Que no tembló en la #CDMX”. Los usuarios no tenemos respuestas a preguntas clave que debieran integrar las noticias: quién, cuándo, cómo y por qué el periodista propaló aquella especie. Nada más tenemos la difusión de una falsedad: “se registra…” y luego un deslinde impreciso “Corrigen…” –ignoramos quién corrigió si eso es lo que sucedió–. En casos como este los usuarios quedan a la intemperie y lo único que podemos tener como ventaja es que no difundieron –porque no podían hacerlo– esa falsedad evidente, lo que no sucede con la fantástica y también mentirosa versión del arroz con plástico, en donde legiones difunden la falsedad –muy indignados ellos– igual que como un periodista difunde un temblor inexistente.
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