Hay mentiras que rezumban como un mosquto en medio de la noche. Esas mentiras tienen éxito gracias a una suerte de aleación entre la idiosincracia mexicana tan proclive a ser la víctima y, entonces, a atronar la garganta frente a la injustica, y aquella ignorancia supina, enmascarada de astucia, para creer prácticamente cualquier cosa.
Sabemos que a un mosquito no le podemos explicar que nos está enfadando su persistente insolencia, no obstante a los flatulentos difusores de mentiras y a sus seguidores sí podemos explicarles o al menos exhibirles por ignorar lo siguiente, a ellos les pido que imaginen peras y manzanas y, si no es mucho pedir, que las distribuyan ordenadamente. Yo les ayudo con la primera manzana: la noticia de que una señora habría plagiado los diseños de ropa de unos indígenas mexicanos, no es nueva, tiene al menos medio año, busquen por favor en Google, ¿ya vieron? Ahora bien, la empresa que demandó a la diseñadora se llama Antik Batik, no se llama “Antiquité Vatic” (a esto pónganle manzana o pera, ustedes decidan, yo confío). Quizá esta otra manzana sea más dificil para ustedes, por eso entiendo que puedan leer esto varias veces. Ocurrió en junio pasado:
Isabel Marant, es decir, la diseñadora supuestamente malévola, señala expresamente que los diseños son originiarios del pueblo de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca, debido a lo cual la señora Isabel no pretende ser el autor de esta túnica y estos diseños.
O sea que no hay problema alguno, tranquilos, y los indígenas mexicanos pueden usar sus diseños sin que nadie se los impida, incluso ustedes, tan defensores de los indígentas, pueder comprar esos diseños que mucho ayudarían a la economía alicaida de esas regiones oaxaqueñas.
