Jesús Reyes Heroles habría cumplido, por estos días, 97 años, pero murió a los 63, siendo secretario de Educación en el gobierno de Miguel de la Madrid.
Tenía cáncer, pero quiso hacer del que sería su último encargo en la política una tarea con visión de futuro.
Traía consigo la experiencia de su paso por la Secretaría de Gobernación, la dirigencia del PRI y el impulso de una reforma fundamental: la política.
Además era autor de una obra histórica de gran alcance: El Liberalismo Mexicano.
De la mano del presidente José López Portillo, llevó a buen puerto el acuerdo con el que el Partido Comunista Mexicano entró en la legalidad y la izquierda se convirtió en un referente electoral, pero también, y ahí radica lo más importante, en una posibilidad de gobierno.
Esta semana el Fondo de Cultura Económica ,que dirige José Carreño Carlón, realizó un encuentro para recordar a Reyes Heroles y lo hizo en un momento en que estamos por iniciar, ya de modo formal, las campañas por la Presidencia de la República.
A 100 días del domingo electoral, vale la pena recordar a personajes que marcaron una etapa que cambió, para bien, la vida del país. A fin de cuentas el sistema político mexicano —si se quiere por cálculo de sobrevivencia— apostó por la pluralidad, cuando al sur del continente imperaban las dictaduras.
Reyes Heroles sabía que “la existencia de los problemas es por lo que estamos obligados a hacer política”.
La vida es curiosa y el paso del tiempo también. En el homenaje participó Otto Granados Roldán, quien fungió como secretario particular de Reyes Heroles y hoy es el responsable de la educación en nuestro país.
Granados Roldán recordó: “Era, en esa época, en el imaginario público mexicano, el político más sofisticado intelectualmente y el más respetado no sólo de ese gobierno al que pertenecía, sino, probablemente, del régimen que los nostálgicos todavía catalogaban como de la Revolución Mexicana”.
Carreño Carlón recordó que Reyes Heroles fue quien aportó la idea del liberalismo social al sistema político que sobrevivió la mayor parte del siglo pasado.
Y esto importa justo cuando estamos debatiendo sobre la pertinencia de perfeccionar lo que ya tenemos, bajo la lógica del acuerdo, o la restauración de un pasado que ya no puede encontrar cabida sencilla en el presente y si lo hace no será con tersura.
Buena parte de las respuestas las podremos encontrar en la propia política y en sus decisiones que “concentran y resumen todas las actividades concernientes al hombre” y donde “oponerse, inhibirse o temer los cambios, será ignorar que toda época es, en el fondo, época de transición, puente entre lo que tiende a acabarse y aquello que está naciendo, que tiende a surgir”, diría Reyes Heroles.
Este artículo fue publicado en La Razón el 23 de marzo de 2018, agradecemos a Julián Andrade su autorización para publicarlo en nuestra página.
