Quizá todavía no se están midiendo las consecuencias de meter candidatos por la puerta de atrás. Las elecciones en el país se han desarrollado, invariablemente, bajo el signo de la desconfianza; la decisión del TEPJF, lo que ha venido a provocar es que se agudicen, aún más, las inquietudes y temores, por decir lo menos.
El tema de la desconfianza ciudadana en el desarrollo de los procesos electorales no es menor ni casual. Está dentro de la memoria colectiva cuando se habla de elecciones en el país. Es una de las razones por las que nuestra democracia es tan absurdamente cara.
A la democracia la hemos llenado de todo tipo de candados e instrumentos para tratar de hacerla confiable. El problema es que todo lo que avanzamos se puede venir abajo ante una irregularidad o ante un candidato que se sienta agraviado y cuestione el proceso; todo a veces parece particularmente endeble.
Después de cada elección viene un conjunto de reformas electorales que terminan siendo una especie de golpes de pecho; que pretenden, ahora sí, generar confianza ciudadana. Los resultados han sido desiguales. Si bien se ha avanzado, el signo sigue siendo la desconfianza, con buenas leyes o sin ellas.
¿Por qué se ha convertido en un problema mayor la aprobación de la candidatura presidencial de Jaime Rodríguez Calderón por parte del TEPJF?
La razón es que la determinación del tribunal está fundada en un proceso de profundo desaseo y se le ve como parte de una estrategia, en la que el gobierno se encuentra en el centro, y con la que se pretende atomizar el sufragio.
López Obrador dijo ayer que lo que se busca es que le quiten votos, y que todo lo diseñó el Presidente Peña Nieto. Su declaración no es muy diferente de la que se escucha por diferentes lugares.
Con matices, existe la idea de que pudo ser una decisión pactada y discrecional, con objetivos electorales. Como sea, si algo subyace con la decisión del tribunal es la duda y la desconfianza.
El maestro Diego Valadés fue contundente: “el Trife le ha hecho un mal a la democracia mexicana… no recuerdo una resolución de este calibre que suscitara tal desconfianza en un órgano electoral, en pleno proceso electoral… es el órgano que nada más va a calificar la elección presidencial”.
Ayer, el INE acató la resolución del tribunal. Fue evidente que lo hizo con muy mala cara y porque “el Trife es la última instancia, la respetamos, pero presentamos nuestras razones, basadas en el trabajo del instituto, y estamos seguros de lo que hicimos”.
El problema para el Trife, más bien para todos, es cómo recobrar la confianza en el tribunal. Cómo hacerle para creerle, después de que tomó una decisión que, si algo provocó, fue incertidumbre y muchas dudas.
Preguntas que por lo pronto difícilmente tienen respuestas. Hay que buscarlas colectivamente, empezando por quién tiene el primer deber y quién debería tener conciencia de lo que está pasando: el Trife.
RESQUICIOS.
Así nos lo dijeron ayer.
María Elena Meneses, del ITESM, CDMX.
El caso de Mark Zuckerberg y FB es inédito; y es un antes y un después en las redes sociales. Si el caso Cambridge Analytica hubiera sido en cualquier otro país, quizá su dimensión sería menor; pero en EUA es diferente. Tiene que ver con los ciudadanos; y siendo que las leyes en esta materia son precisas y estrictas, tuvo que intervenir el Congreso.
El futuro de FB es incierto en todos los sentidos; va a ser difícil recobrar la confianza. Los derechos de los consumidores fueron severamente afectados, los congresistas así lo entendieron y por eso llegaron hasta a regañar a Mark Zuckerberg, quien ayer se la pasó negando todo e incuso se dijo engañado.
Mi impresión es que Zuckerberg, al estar muy relacionado con Barack Obama, se movió a sus anchas. Al verse favorecido por fuerzas políticas fue negando irregularidades en FB, pues se sabía protegido.
Este artículo fue publicado en La Razón el 12 de abril de 2018, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.
