Gabriela Warkentin es una de esas personas muy eficaces como promotoras de sí mismas, y lo hacen por lo regular entre el buenpedismo, la astucia para elegir temas que sí conviene abordar (mirar para otro lado con los que no conviene) y cosechar la fama que tiene lo políticamente correcto. Esto viene a cuento porque, como hace Epigmenio Ibarra, descalifica la marcha del próximo 11 de noviembre, aunque lo hace con más sagacidad:
“¿Marchar para protestar por la cancelación del aeropuerto? Sale, las calles son para todos. Pero de una vez protesten por los feminicidios en el país, los miles de desaparecidos, los asesinatos de periodistas, los desplazamientos forzados, la corrupción…
“Se me ocurre, pues”.
Se le ocurre pues aunque en esa ocurrencia descalifique la esencia de la marcha e ignore o haga como que no sabe que diario hay manifestaciones en diversas regiones del país, en particular CDMX contra los feminicidios, la violencia y los asesinatos de periodistas o en favor de la libre manifestación de la sexualidad y la despenalización de las drogas (por cierto en ninguna de esas marchas la he visto a ella).
Mi punto es que cada quien proteste por lo que considere relevante. Nadie tiene la autoridad ética o moral y menos legal para otorgar certificados de buena conducta a las expresiones sociales.
