CIUDAD DE MÉXICO, 29DICIEMBRE2017.-
FOTO: INE /CUARTOSCURO.COM
Todo se decidirá este domingo 1º de julio entre los tres candidatos oficiales, no habrá un final entre dos. Van los tres y cualquiera de los tres puede ganar, ninguno se puede considerar derrotado o en gran desventaja. El cuarto candidato en discordia no se quedará sin votos, lo que será bueno para él como político independiente; pero sin duda quedará afuera de lo decisivo para alcanzar la presidencia de la república.
Ahora se ve mejor que las encuestas sólo son eso, encuestas, detalles parciales, fotogramas aislados de un largometraje harto muy complicado, algo muy próximo a las apuestas, pero muy lejos de la realidad. No hay bolas de cristal ni astrólogos que valgan en la política real.
Lo del domingo primero de julio y la elección presidencial nadie lo puede predecir, nada lo permite imaginar siquiera con claridad. De veras que cualquiera puede ganar. Sólo nos queda esperar los resultados, hablará por fin la realidad.
Durante los últimos días la supuesta ventaja de López en las encuestas parece ser más que nada un espejismo favorecido por los medios, nada más que eso, mucha publicidad y mucho espectáculo, casi nada científico o realista. Una burbuja muy inflada por extrañas razones. Los resultados de cierre de campaña dejan sentir que su fuerza efectiva es la misma de hace doce años, no se han presentado las masas rendidas a sus pies que le inventa el periodismo de propaganda. El cierre en el Estadio Azteca
será una puesta en escena, muy teatral y ruidosa, mucho acarreo y mucho confeti y banderas, mas algo muy poco eficiente para conocer su auténtico poder político. La actuación de un santón con carisma y párenle de contar.
Sus seguidores así demuestran tener una fe ciega en algo no presente en la realidad del personaje, puesto que se niegan por completo a reconocer las contradicciones y equivocaciones constantes de su mesías fariseo. Sin chistar ni una vez, le han autorizado y bendecido entre muchas cosas turbias la corrupción evidente de Layda Sansores y Riobóo.
Por eso no se puede pensar que López y su equipo de propaganda tengan engañada así de fácil y seductoramente a la mayoría de los votantes. Más bien se puede pensar que, con cada nuevo derrape de su pragmatismo oportunista y convenienciero, le disminuyen de modo notable los votantes inteligentes que lo veían como alguna opción de cambio. Deja ver clarito que gobernará como un priista reaccionario y nada más, mucho bla-bla-bla presindencialistas y más malos resultados.
Sin embargo, la ignorancia predominante, el rencor de la masa y los derrapes del gobierno actual le abren un margen significativo de posibles votantes enojados con el presente e irracionales con el futuro, los que sin duda se equivocarán por completo con ese voto por él, al no considerar con cuidado político efectivo lo que en realidad es su disque “opción” de “cambio”: únicamente el regreso reaccionario y autoritario del PRI más corrupto, el de Bartlett y Monreal y todos los demás. Más el conservadorismo fundamentalista de los evangélicos del PES y los católicos del Yunque. Nada efectivamente de izquierda, a no ser algunos compañeritos de viaje como Taibo II. Algo que tarde o temprano se hará notar en una economía que empezará a frenar y contraerse.
Con Anaya y Meade la situación es complicada, muy complicada. En los hechos, ninguno sobrepasó al otro con la campaña, llegan al día de las votaciones tal como arrancaron, parejos, en igualdad de circunstancias. Aunque Anaya tiene más próxima la oscuridad del lavado del dinero y el gobierno autoritario, y su equipo de trabajo no deja pensar o esperar algo preciso y claro, será una ensalada difícil de controlar y conservar unificada. Mientras que Meade no se quiso quitar de encima el fantasma del PRI, lo que manifiesta lealtad de su parte para el partido que lo propuso como candidato a la presidencia y que lo apoyará con su todavía importante voto duro. Sus propuestas no llegan muy lejos ni son novedosas; pero prometen sabia continuidad y crecimiento económico de acuerdo a lo real posible, sin milagros ni sueños guajiros utópicos. Tal como vienen funcionando las cosas desde al menos hace más de veinte años.
Así las cosas, es imposible otorgar el voto útil contra López a favor de uno de los otros dos candidatos. Cada quién tendrá que elegir de acuerdo a su situación y conciencia ciudadana si vota por Meade o por Anaya, a fin de saber elegir lo menos peor para todos. Porque sin dejar lugar a dudas es evidente y notorio que lo peor para México sería votar por López y su sinrazón con sombra de dictadura antidemócrata.
