Hay una cuenta de reciente creación en Twitter, En tu cara diputado @JitomatazoMX, con la siguiente información de perfil: “Cuando hay abusos de la clase política y no hay mecanismos legales de defensa, el jitomatazo es la vía para expresar nuestro repudio”. Desde ella se convoca a lanzar jitomates a políticos corruptos y la tarde del miércoles 18 de enero, el diputado del PRI, César Camacho Quiroz fue recibido a jitomatazos al llegar a la antigua sede del Senado en el Centro Histórico, supuestamente en repudio por haber aceptado el bono navideño.
Uno de los tuiteros más entusiastas de esta iniciativa es el excity manager de la delegación Miguel Hidalgo, Arne Aus Den Ruthen, a quien Camacho Quiroz responsabiliza directamente de lo ocurrido, lo llama cobarde y ya ha anunciado que lo denunciará. El polémico exfuncionario, retador, le contesta que mejor devuelva el bono, que no será el único y que habrá más. El senador del PAN, Roberto Gil Zuarth, interviene para condenar la agresión contra Camacho Quiroz y el exfuncionario delegacional le responde amenazante que él puede ser el siguiente.
Más allá de que Arne sea o no la mano que mece la cuna, lo que todo esto demuestra es el bajo nivel de la clase política y del intercambio público. Vaya coctel: un individuo enfermo de protagonismo como Arne, legisladores que se enfrascas con él en una guerra de tuits como adolescentes de secundaria y unas legiones dispuestas a sumarse a cuanto se les diga en las redes con tal de ganar sus cinco minutos de fama o desahogar sus emociones reprimidas.
Hay mucha indignación, es cierto, pero este tipo de convocatorias no solucionan absolutamente nada, por el contrario: alentar el ataque a un adversario es reprobable y sólo incrementa la crispación social. Más aún, si uno de los motivos del enojo de la gente es la situación económica del país y el encarecimiento de los productos de primera necesidad, resulta contradictorio protestar desperdiciando uno de ellos como los jitomates. Nivel, señores, por favor.
