El pasado 8 de septiembre de 2015, el refugiado sirio Osama Abdul Mohsen se hizo “famoso” cuando una camarógrafa húngara lo pateó en la frontera entre Serbia y Hungría, mientras huía de la Policía con uno de sus hijos en brazos, esto con el objetivo de instalarse en Europa y así escapar de la guerra en su país. Tras el incidente lo contrató el Centro Nacional de Formación de Entrenadores de fútbol (Cenafe), localizado en Madrid, España.
Pero lejos de tener un final feliz, pues aún su familia continúa en Turquía, Mohsen fue despedido de su trabajo como entrenador por no dominar el idioma español a más de un año de su llegada. Sin embargo, el centro dice que podría recuperarlo si logra demostrar conocimientos importantes en el idioma.
“Manifestamos nuestro total interés en contar con el señor Mohsen a partir de febrero del 2017 siempre y cuando se materialice su conocimiento del idioma y la integración necesaria para el desempeño de labores administrativas”, explicó en un comunicado el presidente de el Cenafe, Miguel Ángel Galán.
Pero el sirio de 53 años cree que más allá del idioma, lo despidieron por los gastos que supone su contrato, el cual no renovaron en septiembre de 2016. “No sé por qué dice eso. A mí nunca me lo plantearon así. Creo que no me despidieron por el idioma, sino por el dinero”, reveló el pasado fin de semana a el diario El Tiempo.
Los directivos de el Cenafe le habían prometido hablar de su futuro laboral el pasado mes de febrero pero ese encuentro aún no ha llegado al 6 de marzo, razón por la que cree ya no recobrará su puesto y agudizó su búsqueda de nuevas oportunidades.
“Él nunca mostró interés por aprender español. Le contratamos hasta cinco profesores y un intérprete, pero él no progresó ni hizo esfuerzos. Cuando llegas a un país tienes que integrarte”, agregó Luis Miguel Pedraza, secretario de Galán al diario citado, quien evadió la pregunta sobre una posible reincorporación o una reunión con el sirio.
Con esta noticia, algunos han criticado que el Cenafe aprovechó la atención mediática que recibió al contratar a Mohsen, pero Pedraza asegura que es el caso contrario: “Es él quien se ha aprovechado. Se le proporcionó un puesto de trabajo, y ni lo intentó. Le dimos un apartamento, un sueldo, le pagamos los servicios y una ayuda para su familia: unos dos mil 500 euros en total al mes. Ya quisieran muchos españoles y refugiados contar con esas condiciones. Otros compatriotas suyos lo están pasando fatal. Es un refugiado VIP”.
Por ahora, Mohsen se está buscando trabajo con la ilusión de reunir pronto los requisitos que el Estado le solicita para traer a su familia a España. “Me están ayudando a conseguir trabajo un amigo árabe y otro español, pero la situación está muy complicada”.
(Con información de El Tiempo)
cdr