Los antipatriotas

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Una de las prácticas más horteras de nuestra cultura pop es la de la traducción infiel de los nombres de personajes u obras. Guillermo Sheridan tiene un texto fantástico —y hoy políticamente incorrecto— sobre ese tema[i]. No obstante, hay ocasiones en que la translación desleal tiene un feliz resultado: sucede en el caso de llamar La Mole a The Thing o Antipatriota a Flag-Smasher[ii].

La historia del Antipatriota cumple con los clichés del género para crear villanos: el hijo de un diplomático suizo decide no seguir el camino de su padre, porque su progenitor muere pisoteado en un motín en una embajada de Latveria. La tragedia personal da motivo a la cruzada del malhechor: hay que eliminar las nociones de país y nacionalismo, que sólo hacen que algunos se sientan superiores a otros. El Antipatriota utiliza el terrorismo para propagar el sentimiento antinacionalista que considera pertinente para la humanidad.

De hecho, la traducción literal de Flag-Smasher es Destructor de banderas y su causa agendi no es acabar con el patriotismo, sino, como ya se mencionó, es erradicar el nacionalismo: no son términos equivalentes, en realidad son dos cosas muy diferentes. No obstante, desde el punto de vista de la divulgación, tiene más impacto el término antipatriota que el de antinacionalista. Este equívoco terminológico de Marvel Comics también se repite en la propaganda cuatrera del nuevo régimen, en la que los mitómanos del oficialismo se autodenominan patriotas y derivan[iii] ese calificativo en lo que hacen (“plumas patrióticas”, “reserva patriótica”, etcétera).

Patriota es la “persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”[iv], mientras que nacionalista es aquel que tiene el sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia[v]. El fervor es un celo ardiente[vi] y la nación es un concepto vinculado a un origen común, mismo idioma y tradición[vii]. Los forajidos del actual gobierno son nacionalistas, un poco chovinistas[viii] con personalidad contradictoria[ix] y, en el mejor de los casos, unos patrioteros: alardean “excesiva e inoportunamente del patriotismo”[x].

¿Por qué no son patriotas? Porque lo suyo es la exaltación de una idea de nación forzada y artificial, sin referente histórico verdadero y profundamente maniquea, emanada del catecismo oficialista que existió hasta principios de los años ochenta del siglo pasado: una mitología de buenos y malos, donde los héroes son federalistas transfigurados en liberales y a su vez transformados en progresistas, mientras los villanos son los centralistas convertidos en conservadores y después transmutados en reaccionarios.

Los suyo es aclamar un supuesto origen y tradición común, cuando resulta evidente su error, porque México ha sido y es multinacional. La contradicción aparece en su doble discurso, que por un lado promueve ese uniforme nacionalismo barato y por otro pondera la necesidad de preservar el multilingüismo originario: la realidad es que esa nación inveteradamente mestiza, formada por iguales, es una fantasía ilusa, como lo comprueba la diversidad cultural, racial, consuetudinaria y lingüística que siempre ha existido en estos territorios.

Cualquier analista con un mínimo de criterio sabe que la profunda desigualdad social, clasismo y racismo, que infectan al país, tienen su causa en los orígenes tan distintos de los componentes que integran a la población del Estado mexicano. Así, los nacionalistas se atribuyen el nombre de patriotas, porque asumen que de esta forma se asignan el carácter de héroes[xi] —y es obvio que no lo son, como lo evidencian los terribles resultados de sus actividades—.

Quizá pueda entenderse la intención de los oficialistas de darse el nombre de patriotas, por lo que implica su antónimo: el traidor. Los facinerosos gubernamentales pretenden endilgar la etiqueta de traidora a la oposición, de tildar a los otros de malos frente a ellos, los buenos —y la palabra nacionalista no tiene tal poder de exclusión—. Los de la 4T quieren que la gente crea que las acciones gubernamentales procuran el bien de la patria. Por tanto, en esa mitología, los críticos del gobierno buscan el mal de los mexicanos.

Si la patria es la “tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos[xii]”, el patriota es quien busca la prosperidad del país y sus habitantes, que concilia el interés general con el respeto de los derechos y libertades de grupos e individuos. No es menor la distinción entre nacionalista y patriota: los fascistas italianos eran nacionalistas, pero afectaron la dignidad de los ciudadanos y pobladores de su península; el estalinismo puso el interés nacional por encima de la vida de los ciudadanos soviéticos, como evidencian las purgas durante la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría.

El nacionalismo suele ser transpersonalista y, cuando tiene ese carácter, resulta imposible que sea patriota, porque pone al ser humano al servicio del Estado, convierte al individuo en un medio para los fines gubernamentales[xiii].Un modelo de gobierno que deja a las personas sin medicamentos o sin la prestación de servicios básicos, en atención a un supuesto interés superior del Estado (de la primacía de un proyecto de nación o en beneficio de ciertos grupos y en detrimento de otros) podrá ser nacionalista, pero nunca será patriota.

Por tanto, la mentada reserva patriótica, los patriotas de la 4T o sus plumas autocalificadas de la misma forma, no son otra cosa que gobiernistas y, como el personaje de Marvel Comics, antipatriotas: la diferencia es que, mientras él puede ser un antihéroe —o un villano con causa— aquellos sólo son rufianes vulgares, unos Judas con disfraz de apóstol bueno, que únicamente ven por el poder del gobierno, por el gobierno y para el gobierno…


[i] Sheridan, Guillermo. “Favor de ponerle nombre” en Vuelta 177, agosto de 1991, página 66.

[ii] “Flag-Smasher’s 7 Greatest Moments” en Marvel.com, consultable en la dirección electrónica: https://www.marvel.com/articles/comics/flag-smasher-s-7-greatest-moments

[iii] En el sentido que Pareto le da a ese término.

[iv] https://dle.rae.es/?id=SBV8o2a

[v] https://dle.rae.es/?id=QBv9azy

[vi] https://dle.rae.es/?id=HoeVBwP

[vii] https://dle.rae.es/?id=QBmDD68

[viii] https://dle.rae.es/?id=90rQAOb

[ix] Su xenofobia es convenenciera, como demuestra su malinchismo con los gobiernos de izquierda y autocracias (Argentina peronista, secesionismo vasco y catalán, izquierda española, Venezuela chavista, Bolivia, China, Rusia, entre otros). Por otro lado, hacen apología de lo nacional frente a las democracias desarrollas occidentales.

[x] https://dle.rae.es/?id=SBYkThb

[xi] https://dle.rae.es/?id=KEGB43L

[xii] https://dle.rae.es/?id=SB0N7OP

[xiii] Cfr. Bidart Campos; Germán J. Teoría General de los Derechos Humanos. UNAM, México, 1989. P.84

Autor

  • Óscar Constantino Gutierrez

    Doctor en Derecho por la Universidad San Pablo CEU de Madrid y catedrático universitario. Consultor en políticas públicas, contratos, Derecho Constitucional, Derecho de la Información y Derecho Administrativo.

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