La salud del Presidente

Etcétera

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Enrique Peña Nieto trabaja y atiende los asuntos que sus múltiples responsabilidades le demandan. Su condición política lo hace visible como el que más. Ayer y hoy recibió y trabaja en la visita de los Reyes de España a México. El viernes fue operado y el domingo dado de alta hospitalaria. Éstos son los hechos. No tuvo más tiempo para convalecer con mayor y mejor reposo.

A partir de la noticia comenzaron a correr por redes sociales y algunos corrillos amantes del rumor la versión sobre un estado de salud del mandatario deteriorado, pero sobre todo a concitar la teoría más popular y mejor socializada, la del complot. Una secreta operación concertada para ocultarnos la verdad. ¿Para qué y con qué fin? Eso no se explica, sólo se intuye la mayúscula mentira.

Hace casi cinco décadas se hablaba, lo registro por el recuerdo, de la posibilidad de “enfermar” a Luis Echeverría, entonces candidato, ante el súbito arrepentimiento del presidente Díaz Ordaz para que el primero lo sucediera. En el relevo de Echeverría a José López Portillo, en medio de crisis económica y cambiaria, se hablaba de inminente golpe militar. Nada se documentó.

A decir de los partidarios del gran engaño, esto resultaría obvio dado su carácter ultrasecreto. Quizá luego WikiLeaks comprobaría que, siempre que algo hay, algo queda, que nada escapa a un registro, así sea por momentos confidencial.

En tiempos menos remotos, los rumores sobre fallas en la estabilidad física y emocional de nuestros presidentes se repiten cíclicamente. Un discurso de rompimiento que detona un magnicidio… una dolencia disfrazada para atender otra mayor… una adicción descontrolada que más que investigarse se dio por cierta a partir de ningún indicio, de ninguna prueba; lo más cercano fue una fotografía con un gesto que todo revelaba y descubría ante los ojos receptivos de los iluminados.

La agenda pública de los presidentes es un buen termómetro sobre la intensidad de sus actividades, la exposición mediática a la que están sometidos los hombres del poder carece hoy del control central de una cámara, de un productor que protege y aísla cualquier desperfecto del personaje; hoy en cada evento público, además de las lentes oficiales y hasta oficiosas, están los miles de indiscretos ojos de teléfonos celulares. Con esa cantidad no controlada de ventanas por las cuales otear, nadie hasta ahora aporta una prueba dura sobre penurias físicas ni de este Presidente ni de anteriores.

México está sometido a presiones importantes en el ámbito económico y financiero, tanto por cuestiones internas como por factores exógenos. Desde Grecia cruzan nuevas presiones y amenazas de contagio para economías emergentes como la nuestra. Nada ganan adversarios ni malquerientes de oficio con propagar ideas que, por el momento, carecen de sustento. Por ahora, y por salud, remitámonos a las pruebas.


Este artículo fue publicado en La Razón el 30 de Junio de 2015, agradecemos a Carlos Urdiales su autorización para publicarlo en nuestra página

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