Recomendamos: Un caso interesante, por Gil Gamés

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Gil es un humilde cancionero y contarles quiere una historia humana. Ricardo Raphael ha ripostado (gran galicismo: riposter) a los comentarios que el autor de esta página del directorio publicó en referencia a su crónica “La marcha de los que sí tienen visa” aparecida en su periódico El Universal. La pieza con la que ha devuelto la crítica lleva por título “¿De qué color es la piel de Gil Gamés?”. En efecto, la piel de Gilga es como un poco rosa, o sea lo que se dice no sin inexactitud blanca, pero a veces se unta betún para obtener el color de la tierra, ¿se acuerda usted don Raphael de aquella marcha indígena? También es verdad que en otras ocasiones Gilga se embarra cremas finas para convivir con los hombres blancos y las mujeres blancas.


Gamés sostiene que el color de la piel no hace distintas a las personas (así de elemental), pero Raphael escribió que la marcha Vibra México había sido de blancos. La pregunta natural era: ¿si hubiera sido de morenos habría sido mejor esa marcha? Por cierto, Gil vio muchas personas de tez oscura (grandísima corrección política); en serio había bastante chocolate. Ups.


Con buen sentido para el debate, Ricardo Raphael usa el béndix para no encajar el golpe y cambia el ángulo de sus aseveraciones para afirmar que la piel sí importa en un país racista. Precisamente por eso, diría la progenitora de Gil, es inadmisible calificar a unos, a muchos o a pocos por el color de su piel, ¿estamos? De acuerdo, México es un país desigual y racista que da oportunidades a unos, los menos pobres, y le quita posibilidades a otros, los más pobres. Gamés recuerda los apodos en la primaria, pública por cierto, en la cual estudió la aritmética y la ciencia natural: Chocolate, Cambujo, Negro,Black Shadow, Prieto, Sombra (éste era muy bueno: órale, pinche Sombra).


Más información en: www.milenio.com

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