En menos de dos semanas, AMLO debió abandonar el confort del primer lugar en las encuestas. Sí, hoy trae un excelente manejo de medios y en las élites se admite que “ya cambió”. Pero su incontinencia verbal es la habitual.
Primero resbaló al calificar de masacre el operativo en el cual la Marina sacó de circulación al líder del cártel de los Beltrán Leyva, y asegurar que los marinos habían matado niños.
No se reponía aún y ya se encuentra enzarzado en una gresca verbal con el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, a quien acusó de “dar atole con el dedo a la gente, pues no ha castigado a nadie que tuvo que ver con el saqueo de Veracruz”.
Pero Yunes tiene similar intemperancia. Enseguida incriminó a AMLO por recibir 2.5 millones de pesos mensuales de Javier Duarte, cuando éste era gobernador, para que Morena no provocara disturbios en Veracruz.
Yunes asegura que el sábado presentará pruebas de los pagos hechos a morenistas para que no dejasen sin agua a medio millón de habitantes de Coatzacoalcos, cerrando las llaves de la presa Yuribia.
Lo más seguro es que Yunes no tenga nada que involucre a AMLO con esos 2.5 millones: por estilo, AMLO se mantiene aislado de las operaciones financieras por varios niveles de jerarquía en el partido en que milita.
Pueden existir papeles firmados por morenistas para recibir esos 2.5 millones. Pero AMLO la tiene fácil: él no los recibió y, si lo tomaron otros, fue sin su consentimiento y no tienen cabida en Morena, un partido sin sitio para corruptos. Y tan tan.
Sin embargo, el daño de Yunes está hecho. La mención del dinero refresca en los adversarios de AMLO la memoria sobre sus plantones, vinculados a la entrega de dinero a cambio de quitarlos.
Muchos recuerdan que el gobierno de Carlos Salinas le entregó nueve mil millones de pesos de entonces por retirar del Zócalo su plantón del Éxodo por la Democracia, en protesta por irregularidades en las elecciones municipales de 1991 en Tabasco.
El regente del DF entonces (y luego íntimo colaborador de AMLO), el hoy fallecido Manuel Camacho, dio una entrevista sobre el tema al investigador George W. Grayson para el libro Mesías mexicano:
“En vista de la probabilidad de que López Obrador y los manifestantes tuvieran la oportunidad de recibir indemnización de los tribunales, todos estuvimos de acuerdo en que era mejor proporcionarles fondos con los cuales dispersaran su demostración y regresaran a casa”.
Con Yunes, AMLO la va a librar, en cuanto a haber recibido él mismo 2.5 millones. Pero no se librará de haber hablado de más en la gresca.
Tendrá, como él dice, la mano corta.
Pero sigue teniendo la lengua larga.
Este artículo fue publicado en La Razón el 24 de febrero de 2017, agradecemos a Rubén Cortés su autorización para publicarlo en nuestra página.