El espejo de Carmen Aristegui

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Carmen Aristegui estuvo el jueves en la FIL de Guadalajara. No fue a presentar ningún libro; fue simplemente a dialogar con la gente. Como es natural, la convocatoria fue muy numerosa; la mayoría de los presentes eran jóvenes universitarios, a quienes les expuso las más recientes teorías del caso Ayotzinapa, expuestas por su colega de Proceso, Anabel Hernández. Admite que aún le faltan muchas piezas al rompecabezas, pero a pesar de ello sostiene que “fue un crimen de Estado”.


 


La popular comunicadora esboza su discurso habitual sobre las “regresiones autoritarias” que amenazan las más elementales libertades, como la de expresión, sin embargo dice cuanto quiere de Peña Nieto: que es pequeño, el presidente más repudiado de los últimos tiempos, que si le hemos permitido mucho y un largo etcétera. Tiene un gran deseo de hablar de sí misma como un símbolo de ese periodismo que necesita el país, pero la contiene por unos minutos y hace una breve alocución de los periodistas asesinados en todo el país, de los cuales por cierto, ella no suele ocuparse a fondo, sino de modo meramente coyuntural. La prueba está en que al tratar de recordar a uno de ellos, incurre en una equivocación que pasó inadvertida para la propia Carmen y quienes la escuchaban, no así para quienes hemos hecho un seguimiento puntual, para Etcétera, de cada uno de estos expedientes sin distingo alguno.


 


Se refirió al caso de Moisés Sánchez Cerezo, periodista asesinado en Veracruz en enero de 2015. Pero erróneamente, lo llamó Moisés Sánchez Limón, quien por cierto es un columnista que colabora en diversos portales de noticias como Índice Político y Al Momento Noticias y hasta donde sabemos, está vivito y coleando. Pero bueno, los símbolos sagrados si tienen permiso de equivocarse sin ser corregidos y mucho menos linchados por esas redes sociales que todo lo saben.


 


Finalmente, sucumbió a la tentación y terminó hablando de ella, del reciente allanamiento a las instalaciones de su portal de noticias que, sospechosamente, ocurre mientras ella recibe un importante premio. Y aunque reconoce no tener las pruebas, nadie le quita de la mente que fue un mensaje intimidatorio.


 


Al pasar a la pequeña ronda de preguntas y respuestas, una de las presentes le propone que se lance para Presidenta y toda la sala aprueba la moción. Carmen sonríe y no dice “SI” ni “NO”, pero como candidata en campaña se despide de sus simpatizantes y los llama a cambiar la realidad del país.


 


La reseña que el portal Sin Embargo hace de este evento, no la tiene ni López Obrador. Más aún, este mismo sitio publica otra nota de la presencia de Elena Poniatowska, también en la FIL, donde manifiesta que se necesita alguien como Carmen para conducir los destinos del país, pero no cree que a su amiga le interese incursionar en esos terrenos. Y ante esto, cabe preguntar… ¿Carmen Aristegui para presidenta? ¿Y dónde quedó entonces el amor de la prensa militante por El Peje?

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