En la pandemia la gratitud y solidaridad deben guiar nuestros días enalteciendo así el sentido del “ser humano”. Encaminemos esa gratitud y solidaridad al personal hospitalario que se expone diariamente procurando la subsistencia de nuestros contagiados.
El trabajo del personal técnico, de asistentes, personal de limpieza y mantenimiento, así como el personal médico y de enfermería implica un acto de heroísmo pues abrazan nuestras vidas con convicción y voluntad inquebrantable a pesar de los sacrificios personales que enfrentan en su propia salud y las de sus familias al entregarse a “su deber”. Ese deber mal pagado, ese deber ingrato en donde no ha sido foco de atención del Estado brindarles equipos de protección adecuado ni protección a sus familias cuando fallecen. Ese personal que se nos muere salvando vidas ante la deleznable indiferencia y negligencia, merece nuestra solidaridad en su vida y en su muerte.
Los altos contagios y muertes en el personal de salud implican una responsabilidad gubernamental y debe tener consecuencias legales como el crimen que es, asimismo debe imponerse al gobierno medidas de mitigación, reparación y prevención. Debe detenerse la cifra de decesos con acciones urgentes pues somos el país con más muertes de personal de salud por COVID-19 en el mundo. Según datos de Amnistía Internacional los mil 320 fallecimientos del personal de salud en México representan un 22.6 por ciento más decesos que en Estados Unidos, 103 por ciento más que el Reino Unido y 109 por ciento más que en Brasil. El personal más contagiado es el de enfermería con el 42 por ciento de las infecciones, seguido por técnicos, asistentes, personal de limpieza y mantenimiento con el 31 por ciento y médicos con un 27 por ciento.
No basta el reconocimiento a los que nos salvan por lo que, si el Estado no responde, que la sociedad de manera solidaria apoye, con lo que cada uno tenga a su alcance, al personal hospitalario y a sus familias que padecen su ausencia temporal o definitiva. No debe pagarse el precio más alto, el de abandonar la vida, por lo que deben otorgarse garantías a todo el personal para realizar su trabajo de manera segura. Tampoco deben quedar desprotegidas las familias ante su muerte y debe exigirse que no haya esquemas de contratación por honorarios pues este personal merece contar con las prestaciones de ley y seguridad social como el derecho a las pensiones de viudez y orfandad. Exponerse al virus diariamente durante meses merece nuestra gratitud y solidaridad y también nuestra indignación por verlos trabajar bajo las condiciones en las que lo hacen.
Que nos conmueva y mueva a la acción esta injusticia laboral pues somos testigos que nuestro personal heroico con sudor en la frente y miedo en los ojos, sostienen diariamente con sus manos las de nuestros enfermos. Gratitud y solidaridad a los que se nos van salvándonos e indignación ante quienes incumpliendo su deber no lo evitan.
Autor
Consejera Nacional y Consejera Delegada para la Igualdad e Inclusión de Coparmex Nacional.
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