A finales de 2011 coincidí en la boda del hijo de un querido amigo con Marcelo Ebrard, entonces jefe de Gobierno de Ciudad de México.
Unos días antes había declinado a favor de Andrés Manuel López Obrador en la lucha por la candidatura presidencial del PRD.
—¿Cómo estás? —me saludó atento.
—Decepcionado —le contesté.
—¿Por qué? —me preguntó.
—Porque me dijiste que ibas con todo por la Presidencia y declinaste.
—Fue la encuesta.
—Marcelo, ¿desde cuándo pierdes encuestas?
—Ya vendrá otra oportunidad.
—No, Marcelo, en esto de ser presidente no se repiten las oportunidades.
Ahora, 10 años después, cuando este México es otro, reconozco que me equivoqué y hoy tiene otra oportunidad, la más sólida de su vida para ser presidente de la República.
Sobre esto hablé con él el miércoles en Radio Fórmula, en la primera entrevista en la que, sin aceptar, habló del tema y de las dos veces que declinó por López Obrador: en 2000, cuando era candidato al gobierno del entonces Distrito Federal por el Partido Centro Democrático, y en 2011, para la Presidencia de la República.
Al preguntarle si estaba dispuesto a declinar una tercera vez, me dijo: No habría ningún motivo para imaginar un desenlace de declinar a favor de nadie, porque simple y llanamente las condiciones hoy son otras totalmente distintas. Y definitivamente voy a participar en el proceso. No dudes de eso. Es un compromiso de vida y estoy en el proyecto de Morena.
Así que, independientemente de las circunstancias, Ebrard buscará la candidatura y, no tengo duda, estará en las boletas de 2024.
Él dice que con Morena. Y yo que con Morena, o sin Morena, pero estará.
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