Es baladí la retórica de AMLO para avisar que José Antonio Meade será candidato presidencial del PRI en 2018: porque lo apoya el PAN y continuará el modelo neoliberal. Pero si el secretario de Hacienda es candidato será porque es un político de Estado, no de un partido.
Es en esa circunstancia de Meade donde radica el temor de AMLO, cuando los partidos viven su momento más bajo ante los ciudadanos: Meade es un técnico sin militancia política, que ha sido dos veces secretario de Estado con el PAN y tres con el PRI.
Y justo es en esa condición en la cual coinciden los defensores del frente amplio PAN-PRD: que lo encabece un ciudadano sin militancia (el exrector De la Fuente, por ejemplo), para que sea creíble por la franja de la población que rechaza a los partidos.
Encaja, también, en lo publicado en Estados Unidos esta semana por la más reconocida agencia financiera del mundo, Bloomberg:
“Meade es la mejor opción. No es del círculo íntimo de Peña Nieto. Tras el gasolinazo de enero recuperó el dinamismo de la economía, con 2.8 por ciento en el primer trimestre, y el peso es la única moneda del mundo en apreciarse en la era Trump. Tiene experiencia de gobierno y es honesto”.
Bloomberg menciona el gasolinazo como punto flaco en la carta de presentación de Meade:
“Implementó el aumento de 20 por ciento de la gasolina en enero, para estabilizar la creciente deuda pública, aunque la decisión se tomó antes de que él fuera titular de Hacienda. Pero la medida provocó protestas nacionales, saqueos y un aumento en el robo de combustible”.
Pero en el trance más difícil del Gobierno federal este año, Meade actuó con suficiencia técnica y valentía personal, por encima de posturas políticas, al explicar que se trataba (como se comprueba hoy) de un paso atrás para dar dos adelante.
El precio de la gasolina registra ajustes diarios. Los conductores se adaptaron a la fluctuación, y México permanece como tercer consumidor de gasolina del mundo, con 129 millones de litros diarios, sólo superado por Estados Unidos y Canadá.
Esa solvencia profesional y talante apartidista permitió a Meade transitar sin problemas del gabinete de dos sexenios panistas al actual priista. Como canciller de EPN, acercó a éste con los 20 países que tienen 77 por ciento del comercio global.
Y en Hacienda propicia que mientras la economía de las potencias petroleras regionales implosiona (Venezuela) o se estanca (Brasil), México capta miles de millones de dólares en inversiones y suple la crisis petrolera con aguacate, cerveza, autos, partes de aviones…
Meade acredita solvencia como funcionario sin partido.
Es por eso que sería buen candidato.
Este artículo fue publicado en La Razón el 30 de junio de 2017, agradecemos a Rubén Cortés su autorización para publicarlo en nuestra página.