Este texto fue publicado originalmente el 2 de enero de 2017, lo abrimos de manera temporal dada su relevancia periodística.
A finales del primer trimestre del año, una periodista, una estudiante y una activista iniciaron la campaña #NoTeCalles para instar al resto de las mexicanas a denunciar la violencia que viven día con día. Las estadísticas oficiales siguen siendo las mismas que etcétera publicó en la edición de mayo de 2016, no hay nuevos datos o informes que nos digan si las leyes, alertas o programas públicos han ayudado en algo.
A lo largo del año, los discursos federales y estatales se escucharon casi cada semana en el mismo tono: “condenamos”, “debemos garantizar”, “vamos a fortalecer”, “nuestro compromiso es”, etcétera.
La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia reconoce cinco tipos: psicológica, física, patrimonial, económica y sexual, y en la mayoría de los casos, más de dos tipos suceden a la vez, una mujer víctima de violencia sexual, también pudo haber sufrido violencia física, o como en México, una mujer puede ser víctima de violencia sexual y ser revictimizada, ya sea por las autoridades y por la red. La violencia 2.0.
Los casos de Andrea Noel y Gabriela Nava se hicieron públicos porque ellas mismas decidieron denunciar a través de sus redes sociales las violaciones que sufrieron. Ya después vino la cobertura mediática. Sin embargo, en México, hay que pensar más de dos veces antes que denunciar en Internet cuando como mujer eres víctima, más si eres figura pública.
Ocho meses después el panorama sigue siendo el mismo, la burla, la indiferencia, el machismo y los imbéciles (aquellos que creen que no hay violencia de género, que es una violencia generalizada) no cambian. Las recientes agresiones contra Ana Gabriela Guevara y María Barracuda vuelven a poner, nos guste o no, el tema de “moda” y, otra vez en el año, vemos cómo las políticas no funcionan, las tradiciones se imponen, así como las formaciones culturales, pues es esa violencia virtual la que ha provocado que personas como Andrea tengan que huir del país, no por la violencia misma –que es importante recordar y reiterar– sino por el odio en la red.
No hay que ir muy lejos, el 13 de diciembre, un hashtag sobre golpear mujeres nos evidenció que hoy en día hay hombres y mujeres que se mofan, aceptan e incitan a la violencia. #GolpearMujeresEsFelicidad, es el hashtag que se posicionó como Trending Topic, en España, México y otros países latinoamericanos.
Lo anterior, según expuso Verne en una nota informativa, a pesar de las políticas contra fomentar la violencia por motivo de “raza, origen étnico, nacionalidad, orientación sexual, género, identidad de género, afiliación religiosa, edad, discapacidad o enfermedad” que tanto pregona la red. Más de 63 mil tuits que hacían apología de la violencia machista se leyeron en España y en México otros tantos más, pues el tema se posicionó en segundo lugar de tendencias la tarde del martes 13, hasta desaparecer 24 horas después cuando se situaba en el lugar 44.
Aunque El País preguntó a la red social si el hashtag dejó de ser TT por su algoritmo o por propia intervención, la compañía sólo se remitió a recordar un viejo post de su blog que habla de sus esfuerzos para combatir las “conductas abusivas”.
La red de los 140 caracteres tampoco pudo precisar el número de denuncias recibidas, si se suspendieron cuentas o se eliminaron tuits. Al día de hoy se pueden seguir leyendo decenas de comentarios que incitan a la violencia.
¿Quién los incita?
Si bien los comentarios pueden ser de cualquier usuario, Laura Hoyos, experta de la empresa en marketing político iPolitics, comentó en entrevista para Reporte Índigo que el # fue creado por un grupo de bots llamado Legión Holk, “el cual busca mantenerse en la conversación a través de temas polémicos. Lanzan hashtags ofensivos por mera satisfacción de ganar seguidores y convertirse en tendencia”.
Comentó que ese tipo de grupos no buscan fines económicos sino “crear polémica, conseguir seguidores y mantenerse en la conversación”.
Sin embargo, según expone El Español, esta Legión Holk, se especializa en acciones para fabricar tendencias ofensivas que la red social no puede frenar. “Sus miembros utilizan varias cuentas o directamente bots, falsos perfiles automatizados cuyos nombres de usuarios con códigos numéricos aleatorios apenas enmascaran su verdadera naturaleza”.
¿Cuál es el camino entonces?
En México no existen leyes que castiguen el odio en las redes sociales. Si seguimos tomando como ejemplo España, una reforma de 2015 al artículo 510, Capítulo IV, del Código Penal sobre los delitos relativos al ejercicio de los Derechos Fundamentales y Libertades Públicas, dice que “serán castigados con una pena de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a doce meses quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o una persona por razón de pertenece a ese grupo”. En Alemania, por ejemplo, un hombre fue condenado en octubre pasado a un año y seis meses de prisión por incitar al odio racial contra refugiados, extranjeros y judíos a través de Facebook.
El camino en México no es ni se acerca a ser sencillo. La propia Ana Gabriela Guevara recordó en su punto de acuerdo para realizar una cruzada nacional contra la violencia a la mujer, difundido el jueves 15, que tras la agresión sexual que vivió Andrea Noel, habían propuesto en el Senado otro punto para exhortar al Conapred a elaborar una estrategia de sanción para los internautas que agredan, acosen amenacen o intimiden por motivos de discriminación sexual contra las mujeres. Ocho meses después no tenemos más que comunicados que condenan y exigen un alto a la violencia.
Ahora la senadora quiere encabezar una mesa de trabajo nacional, que incluya a todas las entidades gubernamentales, sociales, organismos no gubernamentales, universidades, así como parte de los actores fundamentales: Facebook y Twitter, con el objetivo de hacer un corte analítico para descubrir y después atacar condiciones, raíces, procesos, actitudes y costumbres que impulsen, mantengan o promuevan la violencia contra la mujer en cualquiera de sus manifestaciones, para, en una segunda etapa, hacer propuestas legislativas consensadas y así llegar al ajuste legal.
Repito entonces, la ruta está muy lejos de ser rápida y sencilla. El punto de acuerdo se turnó a la Comisión de Igualdad de Género y habrá que esperar todo el proceso que sigue cuando con una red de Internet y un teléfono en mano cualquiera puede en menos de 60 segundos incitar al odio en la red, hacer apología de esa enraizada violencia machista.