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“Sé dónde me encuentro, en Ecatepec, uno de los 11 municipios donde se aceptó la alerta de violencia de género. Sé que me encuentro en uno de los municipios más corruptos en procuración de justicia para las mujeres. Sí tengo miedo, pero no soy una mujer que pueda vivir arrodillada y voy a dar la lucha hasta el fin. Yo, como víctima y sobreviviente de un feminicidio no puedo permitir que este hombre salga de la cárcel, porque si sale, me va a matar, eso lo sé perfectamente”.


Carmen Zamora Villedas, licenciada en Pedagogía y catedrática de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, es superviviente de un intento de feminicidio, así lo describe ella. El 17 de marzo de 2007, tras 16 años de matrimonio, su esposo, un hombre con adiestramiento militar, intentó asfixiarla con una bolsa de plástico luego de haberla violado. Dos días después, el agresor otra vez quiso acabar con su vida, la ahorcó.


Carmen es una de las pocas mexicanas sobrevivientes de una tentativa de feminicidio, sin embargo vive con miedo ante la incertidumbre de que la justicia del Estado de México deje libre a su victimario, aprehendido el 28 de marzo de 2016 y preso (hasta el cierre de este reportaje) en el Reclusorio de Chiconautla, Estado de México, por el delito de violación.



Carmen no es estadística y no quiere serlo. De acuerdo con el estudio “La Violencia Feminicida en México. Aproximaciones y Tendencias 1985-2014”, elaborado por la Secretaría de Gobernación (Segob), el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) y ONU Mujeres1, en 2014 -último año con registros oficiales- fueron documentados en el país dos mil 289 casos de defunciones femeninas con presunción de homicidio (DFPH), esto quiere decir que en promedio 6.3 mujeres fueron asesinadas diariamente en el país.


Sin embargo, el número puede no acercarse siquiera a la realidad porque en México sólo una de cada 10 mujeres casadas o unidas que sufrieron algún tipo de violencia por parte de su pareja, se acercaron a una institución o autoridad para pedir ayuda o denunciar. 2


Incluso organizaciones civiles como Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), que trabajan con el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, afirman que son siete y no seis las mujeres que mueren cada día en México. De hecho apenas el pasado 25 de noviembre, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó un breve documento con estadísticas nacionales en el cual señala que “durante 2013 y 2014, fueron asesinadas siete mujeres diariamente en el país”3.


Carmen, sin embargo, no procedió legalmente contra su agresor bajo la figura de tentativa de homicidio -en ese año no estaba tipificado el feminicidio en el Estado de México- porque al llegar al Ministerio Público de San Agustín Ecatepec el 19 de marzo de 2007 y denunciar los hechos, clasificaron la denuncia por lesiones y el médico legista dijo que su vida no corría peligro, no sin antes ser revictimizada por la propia justicia: “¿para qué estudia?, por eso le pegan”, le expresó el entonces titular de procurar justicia.


La causa fue remitida al DIF, clasificada como violencia familiar y olvidada.


Su agresor se desapareció por cinco años y para 2011 continuó ejerciendo violencia física y psicológica contra ella, como lo había hecho durante sus años de noviazgo y matrimonio.


En 1990 Carmen Zamora Villedas conoció a Claudio Baruch Alarcón Muñoz. Un año después de noviazgo, donde ocurrieron los primeros signos de violencia, se casaron y permanecieron así por 16 años, 25 de forma legal (si bien él abandonó el hogar después de violarla e intentarla asesinar, el divorcio se firmó hasta el 15 de febrero de 2016).


Ella, empero, reconoce haberse enganchado con ese tipo de relación. “Llegó un hombre supuestamente encantador, guapo, caballeroso. Me enganché, la parte de creer que me pegaba y me sobaba”.


Y es que como Carmen, 45% de las mujeres mayores de 15 años declaró en 2011 haber sido agredida de diferentes formas por personas distintas a su pareja: ya sea por familiares, conocidos, o extraños en diferentes espacios, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH 2011).


Su historia, antes de Claudio, puede asemejarse con muchas otras. Desde niña fue víctima de violencia en el ámbito familiar. Aunque su padre murió cuando era muy pequeña y niega algún tipo de maltrato, su madre y hermano mayor la golpearon, violencia que normalizó


“Yo fui una niña muy maltratada, sufrí violencia. No tuve un papá que me golpeara pero tuve una madre golpeadora y un hermano golpeador. Creo que en mi vida sólo dos hombres me han agredido, mi hermano y Claudio Baruch Alarcón Muñoz. Creo que es esa parte, también de la violencia que vives en la familia y vas como normalizando la violencia, y también la otra parte de que pueden quitarte toda la autoestima y la seguridad en ti, yo pasé por todo esto”.


A pesar de su situación familiar, de noviazgo y matrimonio, Carmen dice que sí era consciente de que vivía violentada pero decidió no actuar hasta que la violencia física y psicológica se transformó en sexual y en su modalidad más agravante: violencia feminicida.


De esta forma fue como emprendió un largo proceso -“ocho años de lucha”- para que la justicia del Estado de México tomara con seriedad su caso. Pero teme, porque si algo tiene claro es que si su agresor sale de prisión, la puede asesinar.


En 2011, cuatro años después de la violación y la tentativa de feminicidio, reapareció su todavía esposo para empezar a hostigarla, acosarla y vigilarla. Un día la sorprendió cuando salía de laborar de la FES Aragón, la golpeó y amenazó con llevarla a un hotel para violarla.


Atemorizada y aferrada a un árbol empezó a gritar hasta que llegó una patrulla que logró capturar a Claudio. De inmediato, fue remitido a “La Bola”, la delegación que corresponde a dicha área geográfica, pero al solicitar que la denuncia se levantara ante el Ministerio Público, la remitieron con un juez cívico que sólo procesó un acta informativa.


Sucesos como el narrado persistieron hasta que entabló una nueva denuncia ante la Subprocuraduría para la Atención de Delitos Vinculados a la Violencia de Género en Ecatepec. Denuncia que un primer momento fue configurada como violencia familiar y una vez revisado el expediente, al dar cuenta de la violación, fue procesada bajo este delito.


La procuraduría dictó medidas cautelares, pero ninguna de ellas –subraya Carmen- ha sido acatada. “No sirven de nada, a mí no me ha pasado a ver ninguna patrulla para decirme si he tenido agresiones, si estoy bien, si estoy viva, nada”. Asimismo ordenó exámenes psicodiagnósticos y ginecológicos.


El primero concluyó que Carmen muestra las características típicas de una mujer que ha sufrido violencia de género. El segundo demuestra que tiene desgarros en el útero y el recto a consecuencia de la violación.


Pero ella, nueve años después de los hechos y 25 después de haber vivido con un hombre violento sigue siendo revictimizada. Al hablar con el titular del juzgado segundo penal de primera instancia le cuestionó: “¿qué le hizo para que la tratara así?”, y durante todo este tiempo ninguno de los abogados de oficio que han llevado su caso mostraron interés alguno.



La orden de aprehensión se giró el pasado 17 de febrero, el victimario fue detenido 11 días después por el delito de violación más no tentativa de feminicidio, un delito que ha elevado los índices de homicidio en el Estado de México y por el cual desde el 8 de diciembre de 2010, el ONCF y otras organizaciones exigieron al gobernador Eruviel Ávila la declaratoria de Alerta de Género, solicitud rechazada un mes después por el Sistema Nacional de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres.


Tras litigios en juzgados, el 9 de julio de 2015 Eruviel Ávila solicitó la Alerta de Violencia de Género en 11 municipios: Ecatepec, Nezahualcóyotl, Valle de Chalco, Toluca, Tlalnepantla, Chimalhuacán, Naucalpan, Tulhtlán, Ixtapaluca, Cuauhtitlán Izcalli y Chalco. Tres semanas después, el 28 de julio, fue emitida por la Segob.


Ecatepec, de acuerdo con el más reciente informe sobre la violencia feminicida de ONU Mujeres, se ubicó en el primer lugar del total de municipios de la República Mexicana con más defunciones femeninas con presunción de homicidio.


En el Estado de México, según cifras oficiales, de 2005 a 2014 se cometieron 933 feminicidios y se presentaron cuatro mil 281 reportes por desaparición de mujeres, de las cuales 95 fueron encontradas asesinadas y mil 554 siguen desaparecidas. Además, en el mismo periodo, se presentaron 26 mil 79 denuncias por violación.


Asimismo, la Procuraduría General de Justicia del Estado de México tiene documentadas 504 asesinatos de mujeres de enero de 2014 a septiembre de 2015.


“Son nueve meses donde se aceptó la alerta de violencia de género en el Estado de México, donde Eruviel Ávila Villedas acepta que las mujeres están siendo asesinadas. A pesar de esta alerta, los mecanismos de protección que deberían de existir no existen y no existen porque hay miles de denuncias, como la mía, que me llevó ocho años que la procuración de justicia volteara la mirada a mi caso”, insiste Carmen y pregunta: “¿Seré una estadística más en el Estado de México en los feminicidios?”.


Hace dos semanas, diez meses después de que se activó la alerta de género en el Estado de México, las autoridades en colaboración con el ONCF y Católicas por el Derecho a Decidir lanzaron el portal http://www.alertadegenero-edomex.com/index.php el cual contiene información general sobre el tema, teléfonos de ayuda, así como el detalle de las obligaciones y responsabilidades que tiene el Estado.


La alerta de violencia de género, por ejemplo, ordena a las autoridades a buscar a niñas y mujeres desaparecidas a partir de las 24 horas sin la necesidad de una denuncia familiar, además de crear un grupo de especialistas al interior de la PGJEM con perspectiva de género para la revisión de expedientes de feminicidos y homicidios dolosos de mujeres.


En cuanto al grado más alto de violencia contra la mujer, tal y como lo resolvió la Primera Sala de Justicia de la Nación (SCJN) en marzo de 2015, toda muerte violenta de una mujer debe ser investigada con perspectiva de género y sin discriminación para determinar si se trata o no de un feminicidio.


El proceso legal contra el agresor de Carmen continúa. Este es uno de los cinco casos que en la edición impresa del mes de mayo adelantamos en el reportaje "Antes de ser estadística: #VivasNosQueremos"; en el transcurso de las siguientes dos semanas publicaremos los otros casos que ejemplifican los tipos de violencia que en México se ejerce contra las mujeres, sin importar condición social, edad o educación.



 





3http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/aproposito/2015/violencia0.pdf


 

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