[date-today format='F j, Y']

Compartir

Tal vez 100 años no son nada, tal vez remontar siete siglos y observar al hombre como centro del universo nos recuerde poco o tal vez el culto al cuerpo humano de la antigua Grecia son solo estampas plasmadas en libros, pero que también están en museos, en los templos, en la historia de la humanidad y en la apreciación artística de cada persona.

Pero estos tiempos son diferentes, sin duda marcados por la flamante era digital y el avance en las libertades sociales, aunque también por el retroceso que significa lo políticamente correcto, la censura y la intolerancia.

Entonces, a más de 100 años de que las obras de Egon Schiele fueran tildadas de “pornográficas”, en este 2018 las cosas poco o nada han avanzado como para censurar una vez más su arte. Alemania y Reino Unido se envolvieron en la sotana y en su propio homenaje se negaron rotundamente a mostrar los genitales de cada cuerpo dibujado.

Lo mismo ocurrió con “Teresa soñando” (1938), del francopolaco Balthus. Decenas de legiones exigieron al Museo Metropolitano de Nueva York retirar la obra. Esta ocasión argumentaron que el recinto, sin intención, respaldaba el “voyerismo y la cosificación de los niños”. Y así la moral, las “buenas costumbres” y el puritanismo se expanden incluso en la maravilla digital: las redes sociales.

#FreeTheNipple ha sido un ejemplo claro de corrección política, tanto de los dueños de Instagram como de los usuarios que aún no están dispuestos a ver los pezones de una mujer. Lo mismo ocurre con Facebook y Twitter, que en sus recatadas reglas de convivencia prohíben los desnudos y no dan pie a la tolerancia y apreciación de un desnudo consensual, artístico o una obra de arte.

En estas páginas hemos plasmado por años lienzos, trazos y fotografías de cuerpos hermosos, de cuerpos que muestran vida, pasión, deseo, sufrimiento, enojo, consternación; lo seguiremos haciendo, y aún más como una afrenta hacia esa corrección política, por eso invitamos a algunos de nuestros colaboradores y lectores a plasmar en pluma (o tecla) una líneas contra la censura, en favor del #ArteEróticoLibre.

La inspiración es el tema y esta mujer que se muestra desnuda frente al lente de David Flores Rubio. Amor y amor propio, nos dijo con el orgullo de alguien que no se sabe cosa sino ser humano.

Alejandra Escobar


El desnudo desviste al prejuicio y exhibe el afán censor, por eso te agradezco a ti, aunque ignoro quién eres. Te agradezco y festejo junto a ti no sólo por tu anónima belleza, sino porque eres la impronta universal que, a través del tiempo, ha vencido las condenas morales y el miedo al infierno, y así nos ha hecho más humanos: impúdicos, transgresos, bailarines entre el deseo que humedece aquellas zonas oscuras donde tu cuerpo emerge luminoso.

Marco Levario Turcott


¿Qué tiene de obsceno robar los restos de vino impregnados en las comisuras de sus labios con un beso delicado y sigiloso? ¿Qué de indecoroso tiene transportar esas huellas de vino para pisar con ellas, a pasos lentos, cada centímetro de su piel desnuda? ¿Qué tiene de desvergonzado el devolver lo que queda de ese vino, ya mezclado con su esencia corporal femenina, pero a sus labios australes con un beso generoso de agradecimiento? Aquí lo único “indecente” es robar, y “robar” de esa manera no me parece inmoral porque… no es robar, es trasvasar. Un desnudo no es impúdico, jamás. Si así lo desea, ya se puede dar vuelta en sí por favor, me encantaría que lo hiciera: Aquí no hay por qué sentir vergüenza; aquí sólo hay belleza y usted la trajo consigo.

Sommelier Ulises Barrios


¿A dónde nos llevaría esa pasión por silenciar —que desmenuzó Coetzee en Contra la censura— de esos pequeños obcecados con la moral, el lenguaje, la ultracorrección política si dejamos que nos ganen? A las tinieblas medievales, sin duda. Al reino de la simulación: el de la Inquisición, el de los talibanes, el de los fascismos de uno y otro signo —un imperio de la asepsia y el doble pensamiento.

Occidente tiene miedo de la libertad que nació en su seno y hoy, aquejado de culpas, se horroriza ante senos suaves y pezones endurecidos, falos pétreos y nalgas angelicales, pubis recónditos de persistente presencia desde que la especie humana despertó ante su desnudez —y su hipnótica belleza.

Si la libertad significa algo es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír, decía Orwell. Los censores, en cambio, se arrogan el derecho de decidir lo que puedes ver y escuchar —sobre lo que no puedes escribir, pintar, fotografiar, filmar…

El reino de la censura nos llevaría al inframundo de la hipocresía, al dominio de una pandilla de tartufos de relamida apariencia pública que, en la íntima oscuridad de sus mazmorras, volverían a ser los pobres diablos de siempre.

Rogelio Villarreal


Chica desconocida desnuda

Desconozco al autor de esta fotografía. Me parece una obra en proceso de construcción, pero tiene aspectos interesantes. Más que pensar en sexo, pienso en la delicadeza de la piel de la modelo. Por otro lado, otra idea se me viene a la mente siempre que veo un desnudo fotográfico: si es un hombre el fotógrafo, seguro intentó llevarse a la cama a la modelo. Sé que estoy cayendo en un estereotipo, pero vamos, que los estereotipos a veces atinan en el centro de la diana.

A pesar de eso, puedo contemplar la foto sin pensar en los intereses que van más allá del arte del fotógrafo. Al no tener el nombre del autor, me es sencillo quedarme con la obra y nada más. Algo que desde el siglo XIX se ha vuelto cada vez más y más complicado. Pienso que los artistas son humanos llenos de defectos, algunos merecedores de castigos penales, pero la obra, si tiene calidad, puede permanecer más allá de sus creadores.

Daniel Herrera


Censura

Homenaje al cuento Rubén de Luis Brito

Calla Nena no te agaches con vestido Nena arréglate ese pelo Nena juego de manos es de villanos Niña déjate ahí niña, no te toques eso que es pecado no digas groserías niña calladita te ves más bonita cállate niña que en boca cerrada no entran moscas no le contestes a tu papá niña Niña cierra tus piernitas atiende al joven niña no uses short no seas zorra niña cuida tu reputación no te lleves con los niños no discutas niña no retes con la mirada niña no me tuerzas la boca no beses de lengua niña no te relegues a los señores en el camión niña de ese tema tu no opines niña tu qué vas a saber péinate Nena que siempre pareces la madre del viento niña cuida tu alimentación pareces rotoplas no blasfemes Nena no fumes las señoritas educadas no fuman ni beben No salgas sólo con tus amigas que te tacharán de loca Nena estudia Nena pero también ya cásate que estás odiosa, no te pongas ese color para la boda Nena el escote es provocativo Nena ponte otra cosa no le contestes a tu suegra Nena ¿para cuándo el niño Nena? ¿Qué no puedes Nena? Nena controla a tu marido que es muy pesado Nena aguanta vara Nena recuerda que las mujeres nos callamos Nena, Nena te estas colgando opérate esas bolsas Nena no mires a tu vecino nena que se te cae la baba Nena qué mal quedaste del embarazo nena no comas pan ponte a dieta nena no bebas vino las mujeres no se ven bien si toman no digas palabrotas pareces carretonero aguanta nena que yo he sufrido más y no me quejo no te rías así nena que te arrugas ponte la crema de las patas de gallo no trates así a los niños que una buena madre se resigna Nena Calla Nena no te enamores de otro Nena eso es de Putas Nena te vas a quemar con toda la sociedad Nena a las mujeres eso no se les perdona Nena no empaques nena no te divorcies nena no dejes la casa nena que a una mujer sola y con hijos ni la basura la recoge Nena pelea la pensión Nena encuera a ese cabrón nena no te vayas a vivir con ese pelado Nena a los dos días te vota nena vota nena que es tu obligación cívica Nena los hombres nos abusan nena nos prohíben todo nena mírame a mí tan resignada Nena Nena Nena, no te vayas Nena que mal te portas en el trabajo Nena ni cuidas a los niños ni das golpe en la chamba Nena no veas películas de Allen, Nena, que se tiró a la hijastra, Nena no veas “House of Cards” porque es de Putos Nena o eres feminista o eres esquirol Nena tú decides…. ¡NENAAA!

Regina Freyman


Divagaciones de luz y sombra

Murmullo, palabra, grito. Grito de placer horrendo y escandaloso, maravilloso, divino.
Miro y veo (o no veo) la oscuridad, la sombra y la penumbra. De pronto, se hace la luz para encontrar el cuerpo, cuerpo desnudo, montaña de lisas peñas, de rugosas penas, de dolores escondidos y de ganas de seguir. Mujer río, mujer selva, mujer trazo, lienzo y pincel.

¿No es el erotismo el sagrado contacto de la divinidad?, ¿otra vez ha regresado la Santa Inquisición con ganas de acallar lo que siempre ha sucedido?

Agua, espalda, pie. Cabalgata eterna del sentido, ganas de decir lo que nunca se ha dicho, palabra desconocida sólo inventada para ti, dicha en el oído, en la boca, en la pasión.

Perverso, pervertido todo aquel que quiere la censura otra vez. Maquinaciones impúdicas de mentes pequeñas alientan el impulso de borrar y pixelear, distorsionar, alterar y guardar en bodegas olvidadas al cuerpo, ese que siempre ha complacido los ojos y el alma.

Orden en el caos, caos en el orden, escándalo del pervertido, deleite del inocente. Alma pura que desea sólo aquello que le manda la simpleza.

Deseo, te deseo, un deseo, el deseo es sufrimiento, apego vano, jamás saciado. Impulso erótico griego, eros que nunca será capaz de poseer al otro. Amor siempre imposible, tarea inútil. Belleza sublime de gozo y destierro, de paraíso perdido, de purgatorio inexistente. Arriba el desnudo, todo lo demás es artificio e hipocresía.

Piel, todo lo demás es nada.

Federico Cendejas Corzo


El asesinato de la censura

Por América Pacheco

Debo confesar que el nombre de Antoni Muntadas ha rondado mi cabeza las últimas semanas, y lamento profundamente que recordar obsesivamente al legendario genio catalán no sea atribuible a su reciente aporte a la vanguardia artística. Lo que lo ha traído a mi memoria es el célebre proyecto por el que muchos artistas matarían haber concebido antes que él: “The File Room”.

“The File Room” nació en 1994 y fue pensado en una época en la que era inaccesible el Internet para el público en general. Este experimento precursor en la cimentación de información colectiva registraba las obras de artistas que habían sido censuradas desde los orígenes del arte. Lo novedoso en su momento, fue principalmente porque se exhibió en dos fases. La primera a modo de videoinstalación del recuento de casos detectados y la segunda, mediante una base de datos viva en la que era posible consultar nuevas historias de horror vividas por artistas en tiempo real.

Las categorías con las que contaba la instalación se distribuían de la siguiente manera: sexual, política, racial, religiosa, etcétera. Sin embargo, la denuncia no era todo lo que a Muntadas le interesaba exhibir. Cada obra censurada incluía una descripción detallada de la misma, sus orígenes, el resultado del proyecto paso a paso, así como la fecha en la que se incurrió el anatema de marras. En esta maravilla el asistente podía descubrir que en 1934 el libro El Satiricón de Pretonius, Gaiu fue destruido por el tribunal de policía de la ciudad de Westminster, en Londres, Inglaterra, o que un individuo de nombre Jesús Castillo fue procesado en Dallas, Texas en el año 2000 por vender cómics para adultos en LA SECCIÓN DE ADULTOS en la tienda de su propiedad. El tribunal texano lo condenó a sufrir 180 días de prisión, a pagar una multa de cuatro mil dólares y, por si fuera poco, un año de libertad condicional.

Mi parte favorita de la instalación era que la sala estaba representada por archiveros antiguos e iluminados por un solo foco. El propósito de usar un ambiente gris y claustrofóbico era crear una atmósfera de sala represiva y burocrática que intensificara la metáfora de la censura. Por otro lado, las computadoras en la sala para uso público eran fundamentales para crear un efecto antagónico a los archiveros. Recordemos que, en aquellos días aciagos, la web aún operaba principalmente a nivel militar y universitario. La gente de pie no tenía acceso en su casa, ni existían aún los cibercafés. La hiperconectividad tardaría al menos una década para mostrarnos toda su maldad.

El mayor logro de esta iniciativa fue hacer accesible a todo el que quisiera ver el material artístico prohibido y, además, la oportunidad de que también los visitantes agregaran sus propias instancias de censura artística o cultural. La gente tenía la oportunidad de documentar su propia experiencia mediante la recepción de casos provenientes por correo, fax, teléfono o directamente desde la plataforma. Gracias al auspicio del centro artístico Randolph Street Gallery fue posible realizar este proyecto tan singular y dolorosamente vigente hasta nuestros días de excomunión en el tribunal inquisidor de la corrección y el buenpedismo social. Para muchos, Muntadas sentó las bases de lo que se convertiría Wikipedia siete años después.

The File Room vivió en los servidores de Randolph Street Gallery en Chicago de 1994 a 1998, después, en Media Channel, Nueva York de 1999 a 2001, en la Coalición Nacional contra la Censura en Nueva York de 2001 a 2016 y actualmente podemos tener acceso a esta invaluable biblioteca de la infamia en Rhizome, donde se mantendrá activa por tiempo indefinido.

José Manuel Lens, en su ensayo “La censura en las exposiciones artísticas. Heridas de la democracia” hace un apunte acertadísimo que podría tomarse como la radiografía más precisa que el vocablo censura haya tenido alguna vez:

La censura se presenta como aquel proceso por el cual personas establecidas suprimen información, tratando de ocultar imágenes, sonidos o palabras con la única finalidad de imponer una moral oficial y con el pretexto educativo de decidir cuáles y qué aspectos deben conocer los ciudadanos. La censura se manifiesta, de esta forma, como uno de los mayores ataques a la libertad del individuo, dentro de la absurda actitud de pensar que ciertos componentes deben ser analizados por filtros de moralidad antes de ser presentados a la sociedad creyéndose poseedores de una virtud superior, casi divina de establecer una moral todo poderosa.

Voilá.

FACEBOOK, nuestro señor censurador

A título personal, considero que los dos casos más notables de censura en la red social más usada en el planeta los representan los cuadros: “El Origen del Mundo” de Gustave Courbet (1866) y “La Santa Virgen María”, de Chris Ofili (1999). El retrato de la vulva más famosa del mundo de Coubert no para de darnos nota por las reglas del juego del señor Zuckerberg (mismas que todos aceptamos al momento de abrir nuestra cuenta en su paraíso social).El caso del artista plástico Chris Ofili y su Santa Virgen María resulta a todas luces escandaloso por la delicada tesitura religiosa de su obra. “The Holy Virgen Mary” es un óleo de textura mixta (cuyo valor en el mercado asciende a 4.6 millones de dólares) que representa a una Madonna Negra. Pero que negro sea su color no es el único detalle vacilador. La figura central muestra a una virgen grotesca rodeada de imágenes diversas de collages de genitales y culos femeninos. La cereza del pastel la representa un pedazo de estiércol de elefante seco y barnizado que forma un pecho desnudo. El principal detractor de esta obra de arte no fue otro más que don Rudy Giuliani, ex alcalde de Nueva York. Demandó al Museo de Arte de Brooklyn como un intento desesperado para evitar su exhibición, pero cómo les explico que perdió el caso y que se comprobó que la censura equivaldría una violación flagrante a la Primera Enmienda.

Si usted, amado lector, desea hacer un ejercicio de libertad de expresión, lo invito a publicar una imagen de la obra de Ofili en su muro de Facebook y apostemos cuánto tiempo tarda la plataforma digital en mandarlo a usted por el tobogán de la alegría represiva.

Facebook ha endurecido en los últimos años sus criterios para permitirle a los usuarios de la red social más visitada jugar en sus parcelas. Si tomamos en consideración que, a nivel global, cuenta con dos mil 167 millones de usuarios activos, el dueño de nuestras quincenas digitales está imponiendo criterios de censura o corrección política poderosamente masivos. ¿Sabía usted que en México se conectan a FB 80 millones de personas al mes? Sí, ochenta millones de compatriotas visitan los jardines del gigante egoísta de forma puntual y sin una pistola en la sien de por medio.

Lo primero que tenemos que conocer antes de indignarnos por cualquier acto de represiva censura, es leer las letras chiquitas de las reglas de convivencia del caballero californiano.

Como ejemplo, comparto fragmentos de las normas comunitarias respecto a la publicación de contenidos que incluyan desnudos: “Restringimos la exhibición de desnudez y actividad sexual porque algunas audiencias dentro de nuestra comunidad global pueden ser sensibles a este tipo de contenido, particularmente debido a su origen cultural o edad… Eliminamos fotografías de personas que muestran genitales o se centran en las nalgas completamente expuestas… También permitimos fotos de mujeres que participan activamente en la lactancia o que muestran senos con cicatrices postmastectomía… También permitimos fotografías de pinturas, esculturas y otras obras de arte que representen figuras desnudas”.

Al margen de la imbecilidad rampante de los criterios de convivencia es importante saber que cualquier acto de presunta censura puede apelarse en el tribunal de Facebook (mediante un mensaje, no crean que requerirán un abogado litigante). Es un consuelo de tontos, claramente, pero antes de sentirse víctima de represión y sacar sus pancartas digitales (porque nunca he visto una marcha de quejosos rumbo al ángel), es indispensable saber que existe una vía de defensa apelando los propios estatutos que permiten a la comunidad compartir obras de arte.

Para desgracia de las almas libres, la corrección política se ha convertido en un posmoderno sanbenito del sentido común, y quizás, lo más grave de este extraño retorno de Diana Salazar, es su peligrosa consanguinidad con la censura. Si no somos capaces de reconocer a simple vista las tácticas abiertamente represivas que la visten y calzan, y las estructuras ideológicas que las conforman, estamos perdiendo de vista una poderosa sutileza: “la libertad de expresión también forma parte de nuestro patrimonio artístico. Ejercer la censura debe ser siempre denunciable, nada debe ser excusable, porque ataca nuestra posibilidad de pensar y expresar”, remata poderoso, el ensayo de José Manuel Lens.

Nuestro deber es resistir. Nos sobran herramientas y solares cibernéticos en dónde denunciar cualquier atentado a nuestro legítimo derecho a compartir un generoso culo femenino como el que adorna este pueril ejercicio de resistencia.

Aunque siempre nos quedará “The File Room”, cuando todo a nuestro alrededor perezca. Gracias infinitas, Antoni Muntadas. Seguiremos dando cabal uso a tu cuarto oscuro.

Fuentes:
http://rhizome.org/
http://thefileroom.org/documents/dyn/tfrsearch.cfm
https://www.facebook.com/communitystandards#nudity José Manuel Lens: “La censura en las exposiciones artísticas”, Universidad de Santiago Compostela.


Fotógrafo / David Flores Rubio
Modelo / Emilia Badillo

Autor