“El centro de la vida literaria está en leer, que es una actividad mental y solitaria, aunque puede vivirse como un diálogo, hasta con cierta animación corporal. José Vasconcelos habló de libros que se leen de pie; que nos mueven a hacer cosas, tomar notas, consultar diccionarios, ver el jardín con otros ojos. Compartir esa animación, hablar de la experiencia de leer, de lo que dice un libro y cómo lo dice, de lo que gusta o decepciona, hace más inteligente la vida social y personal.
“Pero hay extensiones del mundo literario. Algunas periféricas que no requieren la lectura. O tan ajetreadas que no dan tiempo de leer. Paradójicamente, las actividades que dominan ‘la vida literaria’ son las que prosperan sin necesidad de leer”.
Con estas ideas contundentes, Gabriel Zaid (México, 1934) nos lleva de la mano por el mundo de las frases y las citas literarias que, dichas en el momento oportuno y en la ocasión deseada, dejan la sensación en el oyente de que quien las dice ha leído más que todos los ahí reunidos juntos.
Sin duda alguna que esto se convierte de inmediato en un fenómeno cultural del que pocos hemos escapado. Es más fácil leer la reseña de la reseña, las solapas de los libros, los resúmenes, escuchar a otros o, en el mejor de los casos, tratándose de periodismo cultural, es más fácil entrevistar a un escritor a partir de preguntas que nada (o casi) tienen que ver con sus obras, que leerlas y profundizar en ellas.
Esta circunstancia no sólo existe en nuestro país. Zaid aborda también el fenómeno dado en contextos internacionales, como aquel referido al gran poeta T.S Eliot, que siempre estuvo convencido de que los prologuistas y comentaristas de su obra eran no sólo lectores asiduos de la misma, sino además, connotados conocedores de obras en latín y griego que contribuían a endulzar los comentarios a su obra. Cosa más falsa.
Probablemente en este medio hay quienes prologan libros sin leerlos, pero sobre todo, sin saber nada del autor. Eso sí: jamás falta aquel que cita a Pound, Rilke o al mismísimo Octavio Paz, sin haberlos leído completos nunca.