En términos beisboleros, López Obrador lleva poco más de entrada y media. Por momentos lo han agarrado a batazos, pero por ahora con pitcheo desigual va ganando el partido. Lo que ha de saber es que las grandes tragedias se escriben con dos outs y que esto no se acaba hasta que se acaba.
No pasaron ni dos días después de la elección para que López Obrador empezara virtualmente a gobernar. Peña Nieto se empezó a hacer todavía más chiquito, su voz se hizo más irrelevante quedando la impresión que quería que todo terminara y quizá hasta salir corriendo.
López Obrador se dio cuenta de inmediato. Lo avalaban 30 millones de votos y la entregada actitud de Peña Nieto y su equipo, quienes más que pensar en la transición de poder se empezaron a cuidar sus muy señaladas espaldas.
Lo que dijera en ese momento López Obrador no dejaban de ser actos de presunta “cortesía” más que promesas a cumplir. Parecía que el tabasqueño ya gobernaba sin haber tomado posesión. El tiempo empezó a correr en contra o a favor de López Obrador desde hace más de un año.
Sin tener el poder directamente, lo empezó a ejercer con el control que Morena tenía y tiene en Diputados y Senadores desde septiembre del 18. Entre la ausencia de un Gobierno que terminó de manera lamentable y un ganador incuestionable con ansias reales de gobernar, López Obrador era el Presidente, sin formalmente serlo.
Desde ese momento no ha dejado ni va a dejar de tener prisa, dice que trabaja 16 horas al día para hacer dos sexenios en uno.
Lo que es cierto es que se ha distinguido en todo este tiempo por sacudir al país, quizá no como lo imagina Carlos Slim. Pero no hay duda de que discutimos y debatimos temas que parecían no estar en la agenda del país y que eran y son centrales.
A pesar de que el rumbo que va tomando el Gobierno tiene altas dosis de complicaciones y confusión, hemos entrado en una dinámica distinta a lo que vivimos por lo menos durante los últimos 30 años.
Es un enigma lo que puede pasar en el mediano plazo porque hay muchos temas que provocan fundadas dudas. El caso del crecimiento económico no se puede simplificar, tarde que temprano tendrán que reconocer que es referente y eje para el desarrollo de cualquier país.
Algunos empresarios han optado por tratar de entenderse con López Obrador, a pesar de los muchos desplantes que se han tenido en contra de ellos. En declaraciones un tanto cuanto inauditas han dicho que el debate no es relevante; se han ido sumando.
No se sabe cuál será el alcance de muchas cosas que ya está haciendo el Gobierno. No queda claro si el tema de la entrega de recursos de manera directa va a tener resultados favorables, si bien hoy está resolviendo un problema real, el gran reto es hasta dónde alcanzará el dinero y de dónde seguirá saliendo.
Lo que sí ha alterado en serio los ánimos es que sin dejar de reconocer las abiertas diferencias sociales y económicas, el Presidente ha sido un factor muy importante en el proceso de ahondar las diferencias entre nosotros. En muy pocas ocasiones ha intentado cohesionar, porque quizá esté en su naturaleza, de la cual nomás no se puede desprender, la idea del conflicto y la confrontación.
A lo largo de este año este factor ha influido de manera evidente en las relaciones entre nosotros. Nunca han sido afortunadas las expresiones de chairos y fifís, una de sus seguidoras más conocidas, Elena Poniatowska, ha sido crítica ante ello.
Faltan muchas cosas por ver y vivir que nos pueden sorprender aún más, para bien y para mal. Como fuere, lo peor que puede venir es seguir alentando las divisiones calificando a unos y otros desde el anonimato o desde el púlpito.
Esto apenas empieza.
RESQUICIOS.
Este domingo, López Obrador va a celebrar su primer año de gobierno. Habrá información dura, resultados y cuentas alegres; habrá lleno en el Zócalo y habrá que cuidarse del sol. De manera paralela se ha anunciado una marcha que por más que digan lo contrario es anti-AMLO, en la cual también deberán cuidarse del sol.
Este artículo fue publicado en La Razón el 29 de noviembre de 2019, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.
Autor
Javier Solórzano es uno de los periodistas mexicanos más reconocidos del país, desde hace más de 25 años. Licenciado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México, cursó estudios en la Universidad Iberoamericana y, hasta la década de los años 80, fue profesor de Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana.
View all posts