Evgen Bavcar, mirar desde la oscuridad

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La fotografía que usted aprecia arriba de estas palabras fue captada por un ciego. Se llama Evgen Bavcar, nació en Eslovenia hace 63 años. El trabajo de este hombre es adjetivado, en Europa, como fundacional, tanto como el de Daguerre o el de Niepce. No siempre fue invidente. Antes de cumplir los 12 años, la rama de un árbol lo dejó sin un ojo; una explosión le arrebató la vista por completo apenas unos meses después del primer accidente. A los 16 años, completamente ciego, presionó por primera vez un obturador. Hoy tiene la osadía de enfocar manualmente, a partir de su percepción de la distancia que guarda con los objetos.

La fotografía, dice Barthes, es eso que ha sido y que no es más. En el caso del trabajo artístico de Evgen Bavcar, el movimiento se pervierte: la fotografía es eso que no es porque no lo puede ver pero que será porque lo puede mirar. Su obra sale del despeñadero de la desaparición. De ahí el calificativo de fundacional.

Bavcar construye las imágenes a partir de las formas registradas en sus primeros años de vida. El acto fotográfico es, entonces, la extensión y no la extinción de la memoria. “Yo fotografío lo que imagino, digamos que soy un poco como Don Quijote. Los originales están en mi cabeza. Se trata de la creación de una imagen mental, y de la huella física que mejor corresponde al trabajo de lo que es imaginado”, explicó alguna vez el artista a la revista ZonaZero.

Fiel a la obra de Bavcar, la imagen que le presentamos está tejida por los recuerdos que aparecen en forma de rayos luz que reclaman su espacio y flotan sobre el cuerpo, rodeándolo hasta imponerle su presencia y su deseo, no para exorcizarlo, antes más bien para revelar e intensificar los relieves que nuestros ojos esconden, reprimen o acaso disimulan. El cuerpo se convierte, así, en un destello cuyo origen es la oscuridad (la muerte) y que, vaya paradoja, intenta burlar a la muerte.

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