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Independientes, un balance desigual

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Es un muy mal indicador que tres de los candidatos independientes se hayan válido de la falsificación de firmas para tratar de alcanzar su registro.

El INE no ha informado lo que pasó con los otros candidatos, pero pudiera ser que en la mayoría de los casos se hayan presentado situaciones similares. Suponemos que tarde que temprano lo sabremos, por más que haya entre los suspirantes quienes anden bajo el grito de “¡al ladrón!”.

No queda muy claro por qué no se pudo evitar la trampa. Se entiende que a los tres independientes finales, cada uno a su manera, ahora se les señale como tramposos y corruptos. Como se nos han presentado las cosas por parte del INE, no hay forma de verlo de otra manera.

Violaron las reglas básicas de un mecanismo que los iba a colocar como una opción para el país y para enfrentar lo establecido, vía partidos políticos. Debe haber en todo esto muchos matices; pero de entrada, lo que ha pasado es crítico y, sobre todo, deja una huella y antecedentes que pueden dejar a futuro la posibilidad de desalentar la participación por otras vías que no sea la de los desacreditados partidos políticos.

No queda claro hasta ahora por qué lo hicieron. No se sabe si fueron rebasados por su ambición desmedida y desbocada, y poco les importó cómo conseguir el registro. Quizá también dejaron pasar situaciones en las que debieron ser particularmente escrupulosos, lo que pudo provocar que sus equipos buscaran a como diera lugar conseguir las firmas. No les importó el cómo y, sobre todo, no contemplaron las consecuencias que ello traería para el propio candidato.

Ayer se cerró el plazo para que Ríos Piter y Rodríguez Calderón expliquen lo que parece inexplicable. Tienen que dar a conocer qué hicieron, no sólo para aclarar las irregularidades y violaciones a la ley, o sea, la trampa.

También tienen que hacerlo para algo que no es menor: limpiar su nombre. Tanto Ríos Piter como El Bronco tienen como actividad central en sus vidas, la política.

El descrédito los va a acompañar, a lo que hay que agregar, en particular, el regreso de Rodríguez Calderón a la gubernatura de Nuevo León, en medio de algo que bien se podría definir como escándalo.

Quien también deberá explicar la irregularidad en algunas de las firmas que obtuvo es Margarita Zavala, más allá de que todo indica que haya obtenido el registro.

El INE nos debe informar por qué se conocieron a través de una filtración, por cierto muy desafortunada, los resultados de su investigación acerca de los candidatos independientes a la Presidencia. Ellos debieron ser los primeros, es su derecho, en saberlo y no a través de una filtración, a la que quisieron definir como exclusiva.

El hecho abona en contra del INE, que en el último año se ha creado una imagen desigual ante los ciudadanos. Un poco por los intentos de más de alguno de desacreditarlo y otro tanto por sus desaciertos.

Así como tenemos enfrente estas historias acerca de los independientes, reiteramos que están en tiempo para explicar lo que pasó; también hay experiencias que son, sin duda, alentadoras. Los casos de Marichu, quien vio truncada sus aspiraciones por un lamentable accidente; de Pedro Kumamoto y de Manuel Clouthier, entre otros, que son ejemplos de un trabajo serio y honesto que terminó por darles el registro.

Más allá de las particularidades del proceso, no se debe perder de vista sus bondades. Como sea, los independientes tiene un apoyo de un sector de la sociedad contable y tangible.

El problema fue que en casos claramente señalados se presentaron situaciones irregulares. Todo parece indicar que les ganó la ambición y que les fue fácil hacer trampa.

RESQUICIOS.

Mea culpa. Nos la pasamos diciendo que iban a ser 6 los candidatos a la Presidencia; no fue así: van a ser 4. Aunque, como diría Yogi Berra :“esto no se acaba hasta que se acaba”.


Este artículo fue publicado en La Razón el 19 de marzo de 2018, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

Autor

  • Javier Solórzano

    Javier Solórzano es uno de los periodistas mexicanos más reconocidos del país, desde hace más de 25 años. Licenciado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México, cursó estudios en la Universidad Iberoamericana y, hasta la década de los años 80, fue profesor de Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana.

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