Abercrombie & Fitch conoció el éxito apostando a clientes jóvenes, "atractivos" y "delgados".
Sus tiendas se hicieron famosas por una decoración que simulaba el ambiente de una discoteca de moda y por usar a chicos sin camisa, con cuerpos apolíneos, que hacían de anfitriones de los exclusivos clientes.
Esa estrategia, diseñada por su polémico exdirector ejecutivo Mike Jeffries, incluía el despliegue prominente de su logo sobre la ropa y la limitación de las tallas disponibles, para que su ropa solo pudiera ser usada por gente esbelta.
Sus catálogos solían estar llenos de chicos y chicas que jugueteaban alegremente y que algunos consideraban casi pornográficos, al punto que durante años se vendieron en bolsas plásticas selladas y sólo a compradores mayores de edad.
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