Tras décadas de una política de encubrimiento y complicidad por parte del Vaticano, el Papa Francisco determinó abolir la figura denominada “secreto pontificio”en casos de abuso sexual cometidos por sacerdotes y miembros de la iglesia. Esta figura implica el más alto grado de secrecía, que se empleó para proteger a sacerdotes acusados de abusos sexuales en contra de sus feligreses. La medida tiene la finalidad de hacer frente a los continuos escándalos que vive la iglesia.
“La confidencialidad de oficio no debe impedir el cumplimiento de las obligaciones establecidas en todos los lugares por las leyes civiles, incluida cualquier obligación de denuncia, y la ejecución de órdenes ejecutables de las autoridades judiciales civiles”, establece un documento firmado por el Papa y publicado este martes.
La nueva normatividad implica que los sacerdotes que posean información sobre abusos sexuales que puedan entregar a las autoridades de justicia ya no tienen que esperar autorización del Vaticano para hacerlo. Se señala también que deben adecuarse a las leyes de sus lugares de residencia.
Según el Vaticano, el secreto pontificio se aplicaba en estos casos para proteger tanto a la víctima como al acusado, así como la integridad del proceso. Sin embargo, en los hechos servía para ocultar de las instituciones de justicia información indispensable para juzgar a los culpables.
Aunque el secreto pontificio para casos de abuso sexual fue instituido apenas en el 2001, durante décadas la política de la iglesia fue encubrir, proteger y perdonar a los sacerdotes abusadores, manejando los casos a nivel interno, desde un enfoque “espiritual” y no judicial. Fueron frecuentes los arreglos económicos con las víctimas, para acallar los escándalos.
En un documento publicado este martes, día de su cumpleaños, el líder de la Iglesia Católica establece también que para la institución se considerará pornografía infantil la que involucre a niños y niñas de hasta 18 años de edad. Antes de ahora, el límite de edad era de 14 años.
Esta reforma al derecho canónico, el código legal que norma los “delitos contra la fe”, deja en claro que para la iglesia, desde siempre, el que sus sacerdotes incurrieran en abusos era un tema interno, relacionado con la religión y no un delito contra la sociedad. De ahí su actitud encubridora.
La reforma al código eclesiástico fue resultado, en parte, de la petición de diversos obispos que pidieron al Papa reformar el secreto pontificio para avanzar en el combate a los abusos sexuales, debido a que los continuos escándalos están minando cada vez más a la institución.