El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, advirtió que las problemáticas combinadas de la pandemia de COVID-19, el cambio climático y los conflictos políticos harán que este año alrededor de 34 millones de personas entren en situación de hambruna, muchas de las cuales son parte de los 88 millones que desde 2020 estaban en situación de “hambre aguda”.
Así, “para evitar la catástrofe para unos 34 millones de mujeres, hombres, niñas y niños”, dijo el funcionario, las agencias de la ONU han solicitado una movilización urgente para reunir y canalizar 5 mil 500 millones de dólares en recursos para abordar la situación.
Durante la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU realizada este 11 de marzo, se abordó la temática del vínculo entre el hambre y la seguridad en las naciones.
Guterres afirmó que los impactos climáticos y la pandemia incrementan el problema del hambre en el mundo, al grado de que “más de 30 millones de personas están a un paso de ser declarados en situación de hambruna”.
En este sentido, anunció la creación de un Grupo de Alto Nivel para prevenir la hambruna que tendrá su centro de trabajo en la sede de la ONU. En dicho grupo participarán representantes de la FAO y del WFP.
“Tengo un mensaje sencillo: si no alimentas a la gente, alimentas el conflicto”. Aseguró que en el siglo XXI no hay lugar para el hambre y la hambruna y que si se dan, se deben exclusivamente a causas provocadas por el ser humano, no por la naturaleza.
Tanto el hambre como la hambruna, “ahora son, en gran medida, provocadas por el hombre, y utilizo el término deliberadamente“, afirmó.
A su vez, la directora de Oxfam Internacional, Gabriela Bucher, subrayó que a quienes “sufren hambruna les importa poco si su condición es resultado de una acción deliberada o por la insensible negligencia de las partes en conflicto o de la comunidad internacional”.
Denunció que los Estados más poderosos del mundo con “demasiada frecuencia” provocan el hambre al traficar con un “abundante suministro de armas”. Mencionó como casos específicos la región de Tigré, en Etiopía, Yemen y la República Centroafricana.