La Real Academia de Ciencias sueca otorgó este miércoles el premio Nobel de Química 2017 a los creadores de una técnica de microscopía que permite observar, en tres dimensiones y alta resolución, las moléculas biológicas en solución.
El suizo Jacques Dubochet, el germano-estadounidense Joachim Frank y el británico Richard Henderson han sido galardonados por un avance que “ha hecho entrar la bioquímica en una nueva era”. Estos científicos desarrollaron la técnica de “criomicroscopía electrónica para la determinación de la estructura en alta resolución de biomoléculas en solución”.
Gracias a dicha técnica, los investigadores pueden ahora “visualizar procesos que nunca habían observado antes”. Las imágenes de proteínas y otras moléculas biológicas obtenidas con la criomicroscopía electrónica “son decisivas tanto para la comprensión básica de la química de la vida, como para el desarrollo de fármacos”.
La criomicroscopía electrónica se desarrolló a partir de la microscopía electrónica clásica, que sólo se podía aplicar a la materia inerte porque la energía de sus haces de electrones destruye el material biológico.
Jacques Dubochet, nacido en Aigle (Suiza) en 1942 y actualmente activo en la Universidad de Lausana, fue pionero en utilizar agua para observar muestras con microscopía electrónica. A principios de los años 80, consiguió vitrificar el agua -es decir, enfriarla tan rápido que se solidificaba con su forma líquida alrededor de una muestra biológica, de modo que las moléculas biológicas conservaban su forma original.
De manera independiente, Joachim Frank (nacido en Munich, Alemania, en 1940 y actualmente investigador en la Universidad de Columbia en Nueva York) desarrolló entre 1975 y 1986 una técnica para procesar las imágenes en dos dimensiones del microscopio electrónico a fin de obtener una imagen en tres dimensiones.
Por su parte, Richard Henderson, nacido en Edimburgo (Reino Unido) en 1945 y laborando en la Universidad de Cambridge, utilizó por primera vez en 1990 un microscopio electrónico para obtener una imagen en tres dimensiones de una proteína. “Aquel hito demostró el potencial de la técnica”, destaca la academia de ciencias sueca.
En las dos décadas siguientes, la criomicroscopía electrónica se perfeccionó hasta que en 2013 alcanzó el objetivo de observar moléculas átomo por átomo. Los investigadores pueden ahora producir estructuras tridimensionales de moléculas de manera rutinaria.
“En los últimos años, la literatura científica se ha llenado de imágenes de todo tipo de estructuras, desde proteínas que causan resistencia a antibióticos hasta la superficie del virus del zika”. Gracias a las aportaciones de los premiados hoy, “la bioquímica se encuentra ante un desarrollo explosivo y se prepara para un futuro apasionante”.
(Con nformación de La Vanguardia)
aml