A la edad de 21 años, perdió su mano izquierda en un accidente con pólvora en 1904 aun así desde temprana edad el dibujo llamó su atención; el joven Orozco pasaba cada día cuando iba camino a la escuela por el taller del ilustrador José Guadalupe Posada (creador de la catrina) y lo veía trabajar en sus dibujos.
En su autobiografía, José Clemente Orozco confiesa el impacto que José Guadalupe Posada tuvo en su formación: “El primer estímulo que despertó mi imaginación y me impulsó a emborronar papel con los primeros muñecos, la primera revelación de la existencia del arte de la pintura”. Ese impulso, hizo que Orozco tomara algunas clases nocturnas de dibujo en la Academia de Bellas Artes de San Carlos.
De 1911 a 1916, inició como caricaturista en algunas publicaciones de periódicos y comenzó a trabajar en la pintura mural, cuya técnica logró desarrollar rápidamente.
Junto Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros puede considerarse un pionero de la pintura mexicana de siglo XX. Orozco puso su obra artística al servicio de sus opiniones políticas; en cada una de sus obras ilustraba alguna reclamación del hombre contemporáneo, una tendencia que dotó a sus obras con un carácter de mensaje o llamado y por consiguiente en un estilo de afiche.
Dominaba las técnicas: Muralismo, grabado, caballete, entre otras.
En su arte plasmaba al hombre en su esplendor y su miseria, criticaba la violencia desgarradora, así tratara de las culturas prehispánicas, la conquista española o su México contemporáneo.
En un contexto de una sociedad conservadora (Guadalajara) en la época del Cardenismo que venía de Guerra Cristera; de fascismos y demás injusticias, Orozco ponía la brocha y la mirada en deshumanización y animalidad del hombre tarándola con el mismo rigor sin importar si estaba en el extranjero o en su ciudad.
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