[current_date format ='l d F Y' ]

Por Mariano Aguirre

Los medios y la verdad

En las últimas semanas, a medida que aumentan los juicios contra colaboradores de su equipo, y salen a la luz datos que implican a Trump en acciones ilegales, han aumentado sus ataques, denominando a los medios “enemigos del pueblo”. Durante su campaña electoral, el actual presidente y su equipo les acusó de ser un “partido político”. Más de 300 periódicos estadounidenses han respondido ahora publicando un mismo texto, defendiendo la libertad de expresión contra esos ataques.

Al finalizar su mandato, Zeid Ra’ad al-Hussein, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, lanzó una advertencia acerca de la demagogia de los mensajes contra la prensa. Esos ataques, dijo hace pocas semanas, pueden desatar agresiones contra los periodistas y generar autocensura. Así mismo, indicó que Estados Unidos “crea un efecto demostrativo, que es aprovechado por otros países con líderes con tendencias autoritarias”.

Trump y sus asesores saben que los medios de prensa sufren desde hace años una creciente pérdida de prestigio y legitimidad. Las ventas y audiencias de los grandes periódicos, como The Washington Post, Le Monde en Francia o The Guardian en el Reino Unidos, han descendido notablemente.

Mayoritariamente las nuevas generaciones se alimentan de información por otras vías y formatos.  A la vez, la dispersión de la audiencia en centenares de canales y plataformas televisivas ha quitado público a las cadenas tradicionales.

La crisis del periodismo tradicional  

A la crisis de los medios han contribuido diversos factores. Primero, a lo largo de décadas, la imagen (la televisión) tendió a sustituir a la palabra (en la radio y los periódicos).

Segundo, el lenguaje racional explicativo, especialmente en política, ha sido sustituido por el mensaje publicitario sintético. Los políticos cambiaron el discurso por el brief (el texto muy breve) y de este al tweet, con un máximo de 140 caracteres. Trump es un ejemplo, generando una fuerte confusión entre sus mensajes y las decisiones que toma su gobierno.

Tercero, formas nuevas de comunicación como Twitter, Facebook o Instagram, permiten que cada ciudadano, o grupo de interés (sea político, cultural, sindical, de identidad, no gubernamental y otros) sean transmisores potenciales directos de noticias. Esta supuesta democratización de “lo que ocurre” y sobre la selección de “qué es noticia” ha roto el papel que tenían los medios periodísticos para ser mediadores legítimos entre los hechos y la información sobre los mismos. Los medios ya no son, para millones de individuos, poseedores fiables de la verdad.

La entrada de los algoritmos

A esta ruptura han colaborado las plataformas como Facebook, que no se han hecho responsables de los contenidos que publican (ni cómo acumulan para su beneficio datos de los usuarios). El debate ha comenzado con motivo del tráfico y venta de datos de Facebook a empresas como Cambridge Analytica.

 

Más información: https://bit.ly/2onZXk1

Autor

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *