Desde la tarde del maldito 17 de agosto pasado se han multiplicado los llantos por Barcelona, las más de las veces banales y cursis, aburridamente nostálgicos de unas Ramblas perdidas en idealizados recuerdos personales. Pero quien ha sufrido esta catástrofe no es una ciudad ni una calle, sino las víctimas directas del cruel atropello, los muertos y heridos, sus familiares y amigos. Todos sumados a otras víctimas en Nueva York o en Europa, especialmente en Madrid, Londres, Bruselas, París, Niza, Múnich, Estocolmo y otras ciudades. Ahora, Barcelona.
Pero casi nadie sabe que el número de atentados yihadistas es infinitamente mayor fuera de Europa, desde Filipinas y Pakistán hasta el Magreb y los países centroafricanos, con el eje principal en Oriente Próximo y Oriente Medio, especialmente concentrado en Irak (40% de las víctimas el mes pasado). Según el Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo, dirigido por Consuelo Ordóñez y con un directorio asesor compuesto por relevantes personalidades académicas, en el mes de julio pasado se han producido en el mundo 154 ataques terroristas de signo yihadista que han provocado 744 muertos, la mayoría en países musulmanes, sólo uno en Europa.M
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