La vida de Valérie May puede leerse a través de su cuerpo. Su brazo izquierdo lo ocupa, casi por completo, un enorme tatuaje con diferentes dibujos: un cerdo, tomates, una flor de loto… Representan todos ellos el vegetarianismo, régimen alimentario que sigue desde hace tiempo. La gran composición desemboca en un triángulo que se hizo cuando trabajaba como integradora social. Tiene otro tatuaje en las costillas que se hizo con su hermana con la palabra sisters.
En el escote lleva en tinta un cuadro del pintor Alfons Mucha que simboliza el feminismo. Su perro está en la pierna izquierda. En la barriga reposa una estrella japonesa que se hizo a los 17 años y que significa 'esperanza'. El próximo que se hará será el de una pin-up con la palabra 'empoderada' en inglés. Lo hará en honor a su profesión: la de puta.
Valérie May es una de tantas mujeres que hay en España ejerciendo el trabajo sexual por voluntad propia. Putas y feministas que, como si fuese una alfombra, le han dado una sacudida a la palabra hasta hacer caer todos los estigmas que, igual que motas de polvo, viven aferradas a ella. Son mujeres que entienden que el feminismo implica tomar el control de sus propios cuerpos y que sea respetable. Que no glorifican su trabajo, pero que lo defienden por ser la mejor opción para ellas.
Más información en: http://bit.ly/2gbvToD