El acoso comenzó con algunas burlas y comentarios pesados, pero empeoró bastante cuando Mallory Grossman, de 12 años, porrista y gimnasta de Nueva Jersey, comenzó la secundaria. Se extendió a las redes sociales, plataformas en las que un grupo de niños la atormentaba.
Le tomaron fotos a Mallory en la escuela, sin que lo supiera, las publicaron en internet y la molestaron con mensajes de texto que tenían capturas de pantalla de los comentarios despiadados que hacían sobre ella. “Le ponían apodos horribles, le decían que no tenía amigos y le preguntaban cuándo se suicidaría”, dijo Dianne Grossman, su madre.
Grossman informaba con frecuencia del acoso a la escuela, pero el problema continuaba. Dijo que para cuando se enteró del alcance total del ciberacoso, fue demasiado tarde. Mallory se suicidó el 14 de junio de 2017.
“Las cosas atroces que los compañeros de Mallory decían sobre ella se volvieron su realidad”, dijo su madre. “Sin importar cuán falsas eran, empezó a creerlas. Las palabras son importantes, pues pueden provocar daños graves”.
Grossman está dedicada a la aprobación de la Ley Mallory en Nueva Jersey, un proyecto de ley que responsabilizaría más a las escuelas estatales por la manera en que responden al acoso.
En 2018, un informe del Centro de Investigaciones Pew reveló que el 59 por ciento de los adolescentes dijeron que habían sido hostigados o acosados en internet, y que muchos de ellos creen que los profesores, las redes sociales y quienes trabajan en política no ayudan a solucionar el problema.
El ciberacoso incluye tácticas como publicar comentarios maliciosos (incluyendo mensajes de texto), divulgar rumores, hacer amenazas, decirle a la gente que se suicide, hacerse pasar por otra persona al utilizar una cuenta falsa y crear una cuenta en las redes sociales para acosar a alguien.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han informado que cualquier tipo de acoso incrementa el riesgo de que un niño sufra ansiedad, depresión, dificultades para dormir o problemas académicos, y que hay una conexión significativa entre el acoso y los comportamientos suicidas.
“Los niños acosados experimentan vergüenza y humillación. Cuando ven que los demás se burlan de ellos en internet, les preocupa quiénes más lo han visto o compartido y lo lejos que haya podido llegar esa imagen”, dijo Mildred Peyton, experta en acoso de Maryland.
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