Zidane metió en un millonario lío al Real Madrid al poco de llegar como jugador, en 2001. Una anomalía en su historial. Porque nunca dio después dolores de cabeza económicos al club, bastante distanciado de esa guerra de aumentos, celos y reclamaciones constantes que es el día a día entre los futbolistas de élite. Una rara avis, según aseguran desde los despachos del Bernabéu. Renunció en 2006, sin que nadie se lo pidiera, a un año de contrato, al sentir que sus piernas no daban más de sí y en su renovación como entrenador, el pasado verano, su firma estaba puesta antes que la cantidad que pasaría a cobrar (en torno a seis millones de euros limpios). También fue claro con sus superiores desde el primer día: “No quiero problemas con Hacienda, pagaré lo que haya que pagar”. Tras esa petición le derivaron a un prestigioso y caro bufete madrileño, sin que su nombre se haya visto envuelto nunca en los turbios asuntos con el fisco que otras estrellas del fútbol sí han protagonizado. Hoy, dos años y medio después de su llegada al banquillo del Real Madrid (enero 2016) ha vuelto a ser igual de claro.
Pero volvamos a la primera línea, al embrollo donde se metió el club por su culpa… aunque fuera sin querer. Al fichar por los blancos, grandes multinacionales quisieron unirse al panel de patrocinadores del Madrid. Una fue Carrefour, la cadena francesa de supermercados, en plena expansión por entonces en España. Sin embargo, cuando los abogados comenzaron a elaborar el contrato descubrieron que Zidane ya tenía un acuerdo con una pequeña empresa de comercios de su Marsella natal. Al interesarse el club por tan modesto sponsor, sin remuneración aparente, les explicó que era un gesto de agradecimiento por las veces que a sus padres les habían dado facilidades en estas tiendas de barrio para llenar la cesta de la compra, en los humildes comienzos de la familia en Francia.
La tercera final de Champions seguida, eliminando a gigantes como el PSG, la Juventus y el Bayern, más los tres títulos conquistados en el primer tramo de la temporada (Supercopa de España y Europa y Mundial de Clubes) aplacaron el insaciable apetito de la entidad deportiva más exigente del mundo, donde el último entrenador que estuvo más de tres temporadas fue Del Bosque (1999-2003). Sin embargo, a Zidane lo que más le dolió fue la eliminación en la Copa del Rey ante el Leganés. El marsellés tampoco logra romper la teoría de los tres años que, según el alto mando blanco, suele castigar a los entrenadores en tan delicado puesto. Mourinho fue la víctima anterior.
De hecho, algunos superiores del club ya sospecharon que él mismo decidiría poner punto final a su etapa en junio. Y aunque pareció que esta idea se esfumaría pronto, al insistir públicamente el técnico en sus ganas de continuar en el cargo, la realidad ha mostrado lo contrario.
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