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¿Qué tan mala fue la derrota del viernes de la ley de reforma de salud del presidente Donald Trump en la Cámara de Representantes de Estados Unidos?


Mala. Muy mala.


Aunque después de una tumultuosa semana en Washington, es bueno dar un paso atrás para ver todo con un poco de perspectiva.


Por primera vez en 11 años, los republicanos asumieron el control de la presidencia del país y de las dos cámaras del Congreso.


Los republicanos aventajan a los demócratas en la Cámara de Representantes por 44.


Por siete años, los republicanos han pedido abiertamente la derogación de las reformas en el sistema de salud impulsadas por Barack Obama durante su presidencia, conocidas como Obamcare.


Así que el Proyecto de Ley de Reforma de Salud se había convertido en algo más que la primera pieza de legislación importante impulsada por una Casa Blanca y un Congreso controlado por los republicanos.


La reforma también era una primera prueba política clave que llegaba justo cuando Trump debería estar en el punto más fuerte y sólido del ejercicio del poder y como agente de cohesión de su partido.


Pero, aún así, ni Trump, ni Paul Ryan (el líder de la Cámara de Representantes), ni los republicanos que han asumido las riendas de Washington, pudieron cumplir con la misión.


El presidente intentó echarle la culpa a la minoría demócrata. Pero, en ese punto, nadie cree en esa explicación.


Para los republicanos, el viernes no fue sólo un mal día. Fue un desastre.


Y estas son cinco de las razones que lo explican.


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