Un Carlos Fuentes vital, bromista, culto, políglota, generoso, bien informado, solidario, idealista, lector obsesivo y gran promotor de la literatura latinoamericana, es el que retratan sus misivas a Octavio Paz, y que el jueves pasado Excélsior pudo consultar en la Universidad de Princeton, luego de que estuvieron selladas 19 años.
PRINCETON, Nueva Jersey, 17 de mayo.— “Contigo siento la confianza de ser pendejo, borracho, comemierda”, le dice exaltado el escritor Carlos Fuentes(1928-2012) a su amigo Octavio Paz (1914-1998), desde París, el 4 de septiembre de 1968, en una de las cartas más francas, apasionadas y conmovedoras que le envió al poeta.
En esta misiva, el novelista y ensayista se abre totalmente ante el hoy Nobel de Literatura: le dice que cree en su ejemplo, su genio y amistad; admite que no se atreve a enfrentar el “terror supremo” que le causa regresar a México; es evidente que le duele estar lejos de su país, pero explica que en Europa se gana la vida y escribe y que en México sería “la miseria y el odio”.
La confianza es total en la relación que estos dos escritores, fundamentales en las letras mexicanas del siglo XX, mantuvieron desde 1950, cuando se conocieron en París, según recuerda el autor de Aura en su carta del 15 de junio de 1977, en la que se pregunta “cuántas cosas hemos compartido” y le refrenda su amistad a Paz.
Un Fuentes vital, bromista, culto, políglota, generoso, bien informado, siempre preocupado por cómo ayudar a sus amigos, idealista, trabajador y lector obsesivo y gran promotor de la literatura latinoamericana, es el que retratan las 61 cartas reunidas en la correspondencia que el jueves pasado se pudo consultar por primera vez en la Biblioteca Firestone de la Universidad de Princeton.
Guardadas en dos cajas (305 y 306) que, a petición del autor, permanecieron selladas durante 19 años, desde 1995 cuando la casa de estudios estadunidense adquirió el archivo personal del ensayista, las misivas dejan al descubierto, dos años después de la muerte de Fuentes, como él lo solicitó, los secretos de esta singular amistad.
Para responder a las 70 cartas que el autor de El laberinto de la soledad le envió entre 1956 y 1982, cuyo contenido detalló ayer Excélsior, Fuentes le mandó al poeta más de seis decenas de misivas, telegramas y postales de 1962 a 1985 a ciudades como México, Delhi, París, Londres y a Estados Unidos.
http://www.excelsior.com.mx/expresiones/2014/05/17/959791